El ombligo del universo
Es difícil abordar la película Extraterrestre (2012) sin hablar de su director. Pero más difícil es definir a Nacho Vigalondo sin echar mano del hematocrítico adjetivo “tróspido”. El director cántabro presenta su segundo film para recordar a propios y extraños que además de showman de 140 caracteres e involuntario polemista, es un solvente e imaginativo director de cine. Desde que entrara a escena cantando a las 7:35 de la mañana y estuviera a punto de llevarse un Oscar por ello, Vigalondo y sus cortometrajes o anuncios han ido ocupando un lugar preferente en nuestros youtubes. El reconocimiento internacional, mas ínter que nacional, llegó con su primer largometraje Los cronocrímenes (2007) una producción modesta, con un guión excepcional con el que dio una nueva vuelta de tuerca a los viajes en el tiempo y demostró que no solo se maneja en el formato corto. Los cronocrímenes fue recibida tímidamente en España, sin levantar muchas pasiones, pero Timecrimes fue merecidamente tratada como una obra de culto en muchos círculos, premiada en múltiples festivales y su director tenido en cuenta por los críticos internacionales.
En su segundo film, Extraterrestre, no abandona la ciencia-ficción pero si la relega a un segundo plano funcionado como contexto para una comedia romántica. Pero, ¡ojo! que la invasión extraterrestre no es una anécdota, es un elemento continuamente presente en la película y que regula las relaciones y los actos de los personajes. M. Night Shyamalan utilizaba una invasión alienígena en Señales (Signs, 2002) para contarnos una historia personal y de paso dar un magisterio en economía de medios, Vigalondo hace lo propio, en otro tono evidentemente, para contarnos la historia de dos desconocidos que se levantan resacosos en la misma cama, sin que nos importe mucho que andan haciendo los extraterrestres. Afortunadamente, no es una película dónde los protagonistas salven el mundo, ni siquiera que lo intenten, bastante tienen con resolver sus sentimientos.
En su cortometraje Domingo, que podría completar los extras del DVD de Extraterrestre, Nacho Vigalondo dejaba claro su dominio absoluto del fuera de campo; pero, sobretodo su capacidad imaginativa ante la falta de medios, o por el contrario el innecesario uso de grandes recursos gracias a su poder creativo. En su faceta de guionista, construyendo una comedia, regala momentos absolutamente delirantes pero sin intentar hacer gracia en cada escena, ni encadenar un gag detrás de otro, el guión es equilibrado y la comedia está bien dosificada. También es de agradecer que en una etapa dónde las comedias españolas son extensión de la televisión y están infectadas del virus de la tarta americana, Vigalondo (al igual que su colega de generación y amigo, el infravalorado Borja Cobeaga) apueste por un producto que funciona por su originalidad y que, por ejemplo, no necesita incidir en el plano medio para sacar el talento interpretativo de las actrices.
El Vigalondo director se encuentra cómodo en la no siempre fácil tarea de construir una película cuya trama transcurre mayoritariamente en un piso. A la pareja que despierta en la cama, Julio (Julián Villagrán) y Julia (Michelle Jenner), se les suman el pesado vecino Ángel (Carlos Areces), y el novio de ella Carlos (Raúl Cimas). Julián y Michelle que llevan el peso interpretativo acuestas consiguen ser convincentes tanto en el drama como en la comedia, género que impera, y en el que obviamente se mueven como pez en el agua los chanantes Carlos Areces y Raúl Cimas. Para este último supone su primer papel en un largometraje, si no tenemos en cuenta la broma -en todos los sentidos- de Campamento Flipy (2010), y es extraño que el manchego sea el último de sus compañeros de Muchachada Nui en tener un papel relevante en el cine cuando es, y en este film lo confirma, el mejor actor de todos ellos y el que posee unos registros más amplios. Mención especial requiere el personaje secundario de Miguel Noguera, que desde el plató de su improvisada televisión está inconmensurable, como no podría ser de otra manera.
Es complicado buscar dentro del cine español otra figura del corte de Vigalondo sin sumergirnos en los oscuros pozos de la Serie B. Realizar películas tan imaginativas y venderlas como productos comerciales lo convierten en un extraterrestre dentro de la industria española. Quizá sea por eso que no tiene complejos en mantener una suerte de correspondencia forzada y abierta con otro rara avis, Quentin Tarantino, cuando el propio Vigalondo ha comparado el final de Malditos Bastardos (Inglorius Basterds, 2009) con el de Extraterrestre. En el film de Tarantino el personaje de Brad Pitt mirando a cámara en el plano final dice aquello de: “creo que esta ha sido mi obra maestra”, en la película de Vigalondo, por contra, es Miguel Noguera quien antes de los créditos dice: “a mi me sale de pena”. A Nacho Vigalondo no le sale de pena hacer cine y con Extraterrestre queda demostrado que con pocos medios es capaz de hacer auténticas joyas, sólo queda la duda de saber que puede hacer con un gran presupuesto, a lo mejor entonces le llega su obra maestra. Todo se andará.