American Pie: El reencuentro

American Reunion: Generación perdida

En la que probablemente sea su canción más célebre, casualmente titulada American Pie, cantaba Don McLean lo siguiente: “Oh, and there we were all in one place, a generation lost in space, with no time left to start again”. En un texto que recorría varios años de la historia americana, era de recibo evocar lo perdido, el inexorable paso del tiempo y la conformación del grupo como fuerza para resistir los embistes de la vida.

Hay mucho de eso en esta American Pie: El reencuentro (American Reunion). La cuarta (sin contar la retahíla de subproductos directos a DVD) en una serie de llamadas teen movies, o comedias juveniles, que sentaron cátedra en un género que antes transitó la saga ochentera Porky’s, y que normalmente calibraban las posibilidades de un grupo de amigos de perder la virginidad antes del día de graduación. Para el recuerdo quedará el episodio sexual del pastel.

Disfrazada de película generacional, este reencuentro trece años después lucha continuamente por sobreponerse a su condición de película iniciática, o más bien post-iniciática. Es el enésimo intento de dar por fin el salto a la edad adulta para unos personajes que se resisten a abandonar la fiesta, y para unos actores que (orgullosos o no) cobran el cheque por revisitar un tiempo que indudablemente fue mejor. Más de uno compraría sólo ida, y se equivocaría. Porque, como cantaba McLean, ya no queda tiempo para volver a empezar.

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