Estados Unidos de América S.A.
En un suburbio aleatorio de una ciudad cualquiera, una troika de dos caballos trata de arreglar el desaguisado que han provocado dos inconscientes reventando una partida de póker y generando inestabilidad en el mundo del juego clandestino. La situación es insostenible, el dinero no circula y hay que reestablecer la confianza de los mercados. Déjà vu. ¿Dónde he visto algo parecido últimamente?
Los mercados son la mafia, pero en el caso de Mátalos suavemente son la mafia del juego y la troika está compuesta por un portavoz de “los de arriba” (Richard Jenkins) y un investigador, Jackie Cogan (Brad Pitt), al que se le encomendará la tarea resolver la crisis; ejecutando una serie órdenes que vendrán desde una cúpula invisible que no quiere mancharse las manos. Déjà vu.
Cogan no tiene ningún dilema moral cuando sentencia a terceros, es su trabajo, lo que le produce más reparo es escuchar los lamentos y súplicas de sus víctimas, prefiere matar en la distancia, suavemente. En el momento que hay que liquidar a uno de los nuestros, entra en contacto con un asesino de confianza (James Gandolfini) que el paso del tiempo, y sus vicios, no ha tratado bien (innumerables guiños a Tony Soprano). La espiral de decadencia en la que degenera la situación obliga a Cogan a ponerse él mismo manos a la obra. En ese momento Brad Pitt, hasta entonces en segundo plano, se adueña de la película.
El relato que tan eficazmente pone en marcha Andrew Dominik es la adaptación de Cogan’s Trade la novela escrita por George V. Higgins en los años setenta. Dominik sabe adaptarla a nuestro tiempo y la trama se desarrolla entre explícitos mensajes de la campaña electoral de 2008. Escuchamos el discurso económico de Bush mientras asaltan una timba de póker y los mensajes de esperanza de Obama contrastan con la compra de muertes por dinero. Se construye todo un discurso paralelo al de la mafia, dónde las voces de los políticos suenan lejanas e irreales. Están hablando de América, pero la América de la que están hablando no es la que estamos viendo en pantalla, entonces ¿de qué hablan?
“América no es un país, es un puto negocio” dice Cogan replicando las palabras que Obama recién elegido pronuncia en televisión. El mensaje crudo, desesperanzador y contundente de Cogan, aunque no por ello menos realista, no responde a una decepción coyuntural, ni mucho menos a un posicionamiento político del director. Es la descripción de la estructura sociopolítica americana. Los personajes del film son solitarios, no tienen esperanza en la sociedad, ni en la humanidad. El honor y la justicia están devaluados. Es la ley del más fuerte, la del poderoso caballero de Quevedo. El capitalismo era esto. Dominik filma esta metáfora fácil del capitalismo que lejos de ser simplista es definitoria pues la eficacia de la estafa económica y social que aplican los mercados radica en su sencillez.
¿Hacia dónde vamos? En Mátalos Suavemente, Johnny Cash anuncia con The man comes around el apocalípsis al que llega una sociedad igual de rota que su voz. Nuestra sociedad es hija del capitalismo, donde la democracia es un mercado de votos y el lanzamiento de un teléfono marca la agenda setting. Como el inexplicable sentimiento futbolero que retiene a una hinchada ligada a un club sufridor, en algun lugar entre Los Ángeles y Berlín algún niño preguntará ¿papá, por qué somos capitalistas? Y mientras llega la respuesta, llega el fin del mundo, el que anunció Jonnhy Cash, el que describe en cada canción Arcade Fire.