Una de viajes en el tiempo con patatas, por favor
Existe una generación, la que crecimos con las producciones de Steven Spielberg, que tenemos idealizadas las aventuras infantiles, los dinosaurios y los viajes en el tiempo. De esto último tiene la culpa Regreso al Futuro (Back to the Future, 1985) la trilogía que saltaba por el espacio-tiempo con unas Nike Air muy molonas. Marty McFly supo enseñarnos la teoría de líneas temporales y los problemas y las consecuencias de estos saltos, aunque no sabríamos hasta más mayores quien era ese Chuck Berry al que versionaba.
Cada cierto tiempo encontramos en cartelera algún film que juega con la dimensión temporal de una forma directa o indirecta, en los últimos años hemos visto auténticas joyas como Código Fuente (Source Code, 2011), Los Cronocrímenes (2007) o la serie británica Doctor Who (2005). Aunque los viajes en el tiempo sean el denominador común, cada obra obviamente tiene un disfraz de género distinto, y no deja de ser arriesgado plantear una trama con saltos espacio-temporales dado que el público mira estos films con lupa. Ahora es el turno de Looper (Rian Johnson), un thriller futurista, con viajes en el tiempo, mucha acción y Bruce Willis y Joshep Gordon-Levitt como protagonistas.
A diferencia de otras películas de viajes temporales de producción independiente o que son más proclives al culto, Looper es una-película-de-Bruce-Willis entendida como gran film de acción, como de los ochenta. En el consumo, con permiso del gobierno, de materia cultural no siempre priorizamos la calidad de los films, haciendo un símil culinario, de vez en cuando apetece saltarse la dieta mediterránea, alejarse de las delicatessen y comerse una buena y grasienta hamburguesa, Looper es eso, una hamburguesa pero con ingredientes de calidad, nada de fast-food.
En el año 2072 las mafias envían al pasado a sus víctimas ante la imposibilidad de que sus asesinatos queden impunes. Los reciben los loopers en el año 2042 que simplemente se encargan de eliminarlos en cuanto llegan de su trayecto espacio-temporal. Uno de los loopers, Joe (Gordon-Levitt) sufre un imprevisto cuando tiene que eliminar a su yo futuro (Bruce Willis). La oleada de acción que se desata llega a ser constante en el último tercio de la película, como en las películas de Nolan pero sin ínfulas de grandilocuencia.
En este momento, es cuando un Bruce Willis en busca y captura por muchos, recupera el espíritu de Jungla de Cristal (Die Hard) para regalarnos minutos memorables metralleta en mano. Gordon-Levitt por su parte, que lo mismo vale para adorable chico indie que para asesino sin escrúpulos, consigue hacerse con la película pese a los kilos de maquillaje que lo desfiguran en un intento infructuoso de hacerle pasar por Bruce Willis con treinta años menos. Quizá hubiera sido más eficaz delegar en el espectador la aceptación del parecido irrazonable, antes que despistarlo con mandíbulas imposibles.
Como toda película de viajes en el tiempo, la praxis que propone Looper puede tener agujeros desde el punto de vista teórico. El director y guionista Rian Johnson apuesta por despejar las dudas del espectador resolviendo las propias de los protagonistas, en este sentido de manera muy inteligente zanja el asunto en una conversación en la cafetería con la soberbia que solo permitiríamos a Bruce Willis: “¿Quieres que te explique los viajes en el tiempo? ¡No hay tiempo para eso, podríamos estar una semana!”.
Después, tras la proyección, será el momento de abrir el debate y discutir sobre lo acertado o no, la lógica o no de la propuesta de Looper. Pero para entonces, nos quedaremos con el buen sabor de boca de haber comido una buena hamburguesa, un entretenimiento digno que se digiere sin sentimiento de culpabilidad, el que te garantiza una buena ración de saltos espacio-temporales ¡Larga vida a los viajes en el tiempo!
Estoy de acuerdo con la última frase, ¡Larga vida a los viajes en el tiempo! El caso es que creo que el director no opina lo mismo: la peli acaba siendo un quiero y no puedo con batiburrillos de diferentes géneros y recordando peligrosamente a Origen del que no debe ser nombrado, pero en versión cutre.
Para mi gusto una película bastante fallida, con buenos elementos que la podrían haber hecho muy interesante y una de las sensaciones del año y que se van todas por el retrete con (spoilers) Bruce Willis matando niños random o la para mí ya mítica frase “¡Es un monstruo telequinético!”. No me interesa ese niño tan serie B, quiero ver como domina los sindicatos el jodido Fundador y a Gordon-Malote irse sin mirar explosiones a su espalda. Lost lost lost.