Jeff Nichols

Raíces profundas

Existe una corriente en el cine americano que se alimenta de sus propios espacios para generar imágenes e imprimir leyendas, seguir contando historias que surgen de sus parajes naturales y de los habitantes que los pueblan. Con sólo tres películas, Jeff Nichols (Little Rock, Arkansas, 1978) ha demostrado ser uno de estos directores. Su de momento corta filmografía transita lugares de la América profunda donde los conflictos familiares están a punto de estallar, lugares que conoce, con los que se identifica y en los que ahuyenta sus propias preocupaciones vitales. En definitiva, aborda un constante enfrentamiento a sus raíces, luchar con(tra) ellas para protegerlas.

Su debut, Shotgun Stories (2007), se abre con un delicado plano íntimo, que parece estar filmado a escondidas desde fuera de un dormitorio. En él comprobamos que la espalda de Son -un Michael Shannon que desde entonces ha sido una constante en su obra- está repleta de cicatrices y heridas de metralla. Ese gesto, tan mínimo como revelador, demuestra la habilidad del cineasta de Little Rock, que sin necesidad de verbalizar el pasado de su personaje a lo largo del guión, con una imagen sustenta desde el principio el trauma que da sentido al título, y que tendrá sus consecuencias durante la trama. Ésta presenta a tres hermanos de edad adulta, Son, Kid y Boy, que tras la muerte de su padre -que les abandonó siendo unos niños a los que ni siquiera puso nombre- se enfrentarán a sus hermanos políticos, con los que mantienen una cruenta rivalidad que les llevará a tomar una decisión que parece afrontar toda su filmografía: Aceptar las consecuencias de cualquier acto que se lleve a cabo para proteger a su familia.

Nichols cuenta que sus películas cobran vida desde dos aspectos, un fuerte trabajo de escritura, pero también un componente emocional personal que le implique. En el caso de Shotgun Stories le incitó el temor a que algo malo pasara a sus hermanos, entre ellos el músico Ben Nichols, que compone con su grupo Pyramid varios temas que suenan en la formidable banda sonora. La película no sólo narra con tensión esa relación fraternal, sino que retrata el día a día de la vida en Arkansas, sus carreteras, fábricas y habitantes. El lugar es tan importante como el argumento, define a sus personajes y su futuro mejor que cualquier línea de guión. Leiv motiv similar al que desplegaría David Gordon Green con All the Real Girls (2003), un David Gordon Green que por algo es productor del film. Cineastas que pese a lo dispar de sus trayectorias, conservan sólidos puntos en común, incluso compositor, el excelente David Wingo, hasta tal punto que el mismo día que se estrenaba Mud en España, Gordon Green presentaba Joe (2013) en el Festival de Venecia, a la que poco tardaron en relacionar las crónicas con el último film de Nichols, y no sólo por compartir protagonista adolescente, el precoz Tye Sheridan.

Hablando de festivales, aunque Shotgun Stories participó en el Festival de Berlín, no hizo precisamente el ruido de Take Shelter (2011) a su paso por Cannes. El Apocalipsis que acechaba al Curtis de Michael Shannon supuso todo un descubrimiento para la crítica especializada. En aquel momento Nichols acababa de casarse e iba a ser padre, hecho que le produjo un ataque de responsabilidad. Según cuenta, le entró una ansiedad tan productiva que le llevó a escribir el guión. Un libreto que, otra vez más, sin referencias directas y desde el terror de sus visiones, supone el ejemplo perfecto de esta época de crisis en la que la familia y los seres cercanos son la única resistencia frente a la tormenta, también moral y financiera, que nos asola. La secuencia en el refugio es una declaración de intenciones y sintetiza los miedos y las fortalezas que defienden sus películas.

Aunque este libro esté compuesto por solaz de muchachos y muchachas, espero que no por eso haya de ser desdeñado por la gente talluda, pues entró también en mi propósito el intento de hacer que los mayores recordasen con agrado cómo fueron en otro tiempo y cómo sentían y pensaban y hablaban, y en qué curiosos trances se vieron a veces enredados. 

Mark Twain, extracto del prefacio de Las Aventuras de Tom Sawyer.

En Mud (2012) podemos encontrar rastros de Charles Dickens o Mark Twain, y acabaremos llegando a la conclusión de que Nichols coincide con ellos por su ambición de contar historias universales en lugares muy concretos (en este caso el río Misisipi), en los que el entorno es casi tan importante como la narración en sí. La película plantea una aventura contada desde los ojos de un niño, pero desde el momento en el que vemos a su amigo Neckbone llevando puesta una camiseta de Fugazi, sabemos no será una simple aventura, será de verdad. Y tras ella, parte de ese niño se habrá perdido. Por su pulso y claridad narrativa, en el fondo Mud no deja de cobrar la forma de una gran novela americana, en la que en los lodazales de América aún resisten la ética y la dignidad, simbolizadas en Mud, un hombre de marcado acento sureño perseguido por la justicia (y los justicieros) que vive escondido en una isla, todavía cree en el amor y ejemplifica los valores que los niños encuentran perdidos en la edad adulta, incluso en sus propias familias, desestructuradas o camino de serlo. Mientras el mundo alrededor del joven Ellis se derrumba, gracias a él descubrirá el amor, la lealtad y también los primeros fracasos, porque la decepción forma parte de ser adulto. No en vano, y como no podía ser de otra manera, el film se entiende mejor al descubrir que esa emoción que Nichols imprime fue el recuerdo de la primera vez que una chica le rompió el corazón.

Para su próxima película, primera producida por un gran estudio, aparte de contar de nuevo con Michael Shannon al frente -con el que afirma no necesita ni ensayar- Nichols se adentrará en un relato de ciencia ficción ambientado en nuestros días llamado Midnight Special, que en sus palabras tiene mucho del cine de John Carpenter. Ahora es padre de un niño de tres años, por ello el sentimiento que afirma guiará el film será el mismo con el que convive, el de proteger y cuidar a su hijo. Una evolución que película tras película constata la claridad y coherencia de su cine, que lejos de perder sus raíces, hace de ellas el motivo fundamental por el que guiarse. Como padre de familia, seguirá viendo esa tormenta acercarse, para que como cineasta siga alerta y sea capaz de advertir los males que nos acechan.

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