The Bling Ring

Oda a la frivolidad

Cuando debutó en 1999 con Las vírgenes suicidas (The Suicide Virgins), Sofía Coppola demostró una fuerte personalidad detrás de las cámaras que ha confirmado a medida que su filmografía ha ido creciendo. Ahora, con cinco películas en su haber, podemos asegurar que la directora neoyorquina posee una mirada y un estilo propios que la definen más allá de ser “hija de…”, por mucho que el apellido pese.

En su última película, The Bling Ring, Coppola no renuncia a ninguno de estos dos elementos; tanto su estilo, como su visión del mundo, se ven acentuados en un film que -sin ser su mejor obra- alcanza el máximo exponente de los rasgos que la definen. En Lost in translation (2003), María Antonieta (2006) y Somewhere (2010) estaba presente una cierta inclinación hacia la fama, en concreto, a como manejaban los personajes su condición pública en relación a su entorno; en esta película aborda de nuevo la temática pero ofreciendo otra perspectiva, el de unos chicos que ansían esa fama y quieren ser como sus referentes.

The Bling Ring

“The Bling Ring” es el nombre con el que se bautizó a la banda de ladrones adolescentes que hace unos años se dedicó a buscar por la Red a sus celebridades favoritas con el fin de saber dónde estaban en cada momento y así poder asaltar sus casas cuando estuvieran ausentes. El artículo que Nancy Jo Sales escribió al respecto en Vanity Fair llamó la atención de Sofía Coppola y resultó, a la postre, el germen del proyecto. El hambre de fama de estos adolescentes, les condujo a una serie de robos con objetivos a medio camino entre el lucro personal y la colección fetichista. Paris Hilton, Lindsay Lohan u Orlando Bloom fueron algunas víctimas de una banda ambiciosa pero también indisciplinada, torpe y descuidada, adolescente a fin de cuentas.

Para contar todo esto, la película concede total y exclusivo protagonismo a los jóvenes ladrones. El inicio en su escalada delictiva se torna casi accidental, producto del aburrimiento, y los primeros robos son exitosos: nadie se da cuenta de su presencia, ni las víctimas echan en falta los objetos robados. Este mar de opulencia en el que nadan los famosos y el aura de impunidad que, parece, les protege, consigue que la escalada se convierta en una espiral en la que van cometiendo delitos sin tomar precauciones, además de presumir de su botín en círculos de amigos y redes sociales. Como no podía ser de otra manera, la espiral tiene forma de sumidero.

The Bling Ring

La hábil propuesta de Sofía Coppola, bien le ha valido críticas por parecer frívola o carecer de “denuncia social”, sin embargo es mucho más arriesgada la posición que ella toma. Bien podría haber introducido elementos de denuncia, quizá la visión de la policía, de las víctimas o cualquier dilema moral de los adolescentes, pero nada de esto aportaría matices más interesantes que la apuesta de la directora. Coppola prefiere posicionarse al lado de los protagonistas, vivir su aventura y disfrutar con ellos del lujo y el glamur de discoteca. Cuando son atrapados sigue a su lado, para afrontar las consecuencias, pero no es necesario desmontar los personajes porque la propia naturaleza de los jóvenes carece de algún rasgo plausible. Son superficiales, narcisistas, necios y hedonistas, lo dejan claro en cada escena, en cada diálogo, no es necesario que sean objeto de crítica por parte de la directora, ya se retratan ellos mismos.

Por supuesto, los lugares éticos y argumentales que transita Sofía Coppola vienen acompañados por una realización coherente con su objetivo. En este sentido, construye multitud de secuencias estilizando los actos delictivos con dinámicas más propias del videoclip. La banda sonora musical, tan importante en sus películas, vuelve a echar mano de habituales como Phoenix, pero sobre todo de estrellas del hip-hop comercial como Kanye West o M.I.A.. También hay espacio para los planos pecera, las capturas de cámara de seguridad, los screenshots de Facebook o las fotografías de sus smartphones. En definitiva, construye un gran artefacto posmodernista cercano a las nuevas dinámicas de internet.

Con todo, calificar The Bling Ring como superficial es acertado pero no negativo. Es evidente que es una película con una sola capa, pero es la decisión de la directora que así sea. La historia y los personajes que la habitan requieren un punto de vista poco serio, el que decide otorgarles Coppola. Lejos de ser una película desechable o menor, es un buen ejercicio de estilo: reivindicable e inteligente. Como Sofía.

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