El fin… del género
En abril de 2012 se estrenaba en USA La cabaña en el bosque (Cabin in the Woods, Drew Goddard), 2011. En ese momento era the next big thing dentro del género de terror, esa película que cada x semanas aparece y se convierte en el fenómeno del momento para el aficionado. Año y medio después, y gracias al esfuerzo de gente al margen de las grandes distribuidoras junto con el apoyo de una televisión de pago, tiene lugar su estreno en España. The past big thing llega a nuestras pantallas, seguramente casi todos los interesados en ella la habrán visto al pensar que no llegaría a salir a la luz de forma oficial (al menos en pantalla grande). Así que, ¿merece la pena su estreno a estas alturas?
Veamos. Detrás de este proyecto se encuentra Joss Whedon, junto a su habitual colaborador Drew Goddard. El sello irónico y desmitificador del creador de Buffy, la cazavampiros y Firefly se nota en cada sucesión de lugares comunes del slasher y su chiste correspondiente. La película es como una serpiente de dos cabezas. Reverencia a Posesión infernal (Sam Raimi, 1981) pero se ríe de las ilógicas decisiones de sus protagonistas. Utiliza el lago de Viernes 13 (Sean S. Cunningham, 1980) como escenario mítico pero se burla casi en la cara del loco que presagia el peligro al que se enfrentarán los jóvenes. Haciéndose pasar por una de las suyas, La cabaña en el bosque excusa piadosamente sus clichés con una palmadita en la espalda al mismo tiempo que las entierra en el fango. O les clava un cuchillo. O les muerde en el cuello. O les mete un hachazo en la cabeza.
La película comparte espíritu con otros remixes entre el terror y la comedia, como la estupenda Un hombre lobo americano en Londres (John Landis, 1981) o la influyente Scream (1996) de Wes Craven, pero llevando todavía un paso más allá la metarreferencia y los guiños a las convenciones del género. El último tercio del metraje es una auténtica orgía para el aficionado, con continuas alusiones a franquicias o sagas bien reconocibles. En esta dualidad entre el susto y la risa, siempre tan difícil de congeniar bien, La cabaña en el bosque brilla más por lo segundo. De hecho, el guión desprecia la posibilidad de dejar para el último acto un giro de la historia impactante para ir insinuándolo desde bien pronto, aprovechando así las situaciones divertidas que el montaje paralelo va deparando con motivo de la causa-efecto.
Si tiene un problema, es que a fin de cuentas una gran parte de la película es un slasher, y como tal no se le terminan de exprimir todas sus posibilidades. La caracterización de los malos sin ser original, es efectiva, llevando uno de ellos una especie de trampa para osos arrojadiza, que recuerda a la guillotina voladora de El luchador manco 2 (Yu Wang, 1972). La ambientación y el diseño de producción no admiten queja, pero las escenas terroríficas son demasiado previsibles y escasas. Quién vaya buscando una genuina película de miedo saldrá decepcionado porque esto es otra cosa. Muy buena, pero diferente.
No obstante, su estreno es una buena noticia. Tanto si eres de los pocos que aún no la han disfrutado como si ya te conoces todos los giros y apariciones sorpresa que se pasean por ella. Y como ejemplo de que, aún con un nivel de distribución a pequeña escala, hay gente preocupada en que se vean por aquí determinadas películas. Además, su visionado público en pantalla grande le tiene que hacer ganar enteros, porque no son pocas las ocasiones en las que dan ganas de dar un codazo al compañero y compartir el chiste que se acaba de producir. Con La cabaña en el bosque no vas a pasar miedo, pero tampoco vas a volver a ver con los mismos ojos ninguna película de terror que te pongas por delante.