Fancine 2013: Crónica

En el Fancine el concepto “fantástico” es muy amplio y bastante relativo. Si hay sangre o un argumento moderadamente inusual, siempre va a tener un hueco. Incluso puedes llegar a ver un thriller filipino al más puro estilo Rescate, solo que en lugar de Mel Gibson el protagonista será (según palabras del director) “el Brad Pitt filipino”. El mundo no se ha acabado de forma demasiado espectacular este año, ha sido solo un flirteo tramposo sin epidemias desoladoras y ciudades destruidas por Roland Emmerich. Eso sí, el placer culpable también ha estado presente en lo que a veces se convierte en la esencia de este festival, la serie B de argumento delirante, materializada este año en una revisión de la historia de Victor Frankenstein en la Segunda Guerra Mundial. Algunas se las recomendamos encarecidamente, y con el mismo entusiasmo le invitamos a alejarse todo lo posible de otras, pero sabemos que la última palabra la tiene usted. Al fin y al cabo, el Fancine es riesgo.

Cheap Thrills (E.L. Katz, 2013)

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Escrito por Pablo Vigar

Craig está jodido. Con una familia que mantener, mujer e hijo, recibe un aviso de desahucio inminente si no consigue pagar el alquiler. Al llegar al trabajo, para empeorar las cosas, recibe la noticia: no cuentan ya con sus servicios. La crisis económica que asola a medio mundo cebándose contra el individuo de a pie, el hombre corriente, como Craig, parece no querer dar tregua. El bar se torna en refugio idóneo en que beber unos tragos que posterguen la temida llegada a casa y el comunicado de la situación a su mujer. El encuentro fortuito con un amigo de tiempos pasados y mejores y que por tanto queremos evitar parece constituir el punto en el que volver al hogar y encarar la realidad. Por suerte para el espectador, por el bar aparece un viejo conocido de las pelis de Will Ferrel y de la serie The Office: David Koechner, que empezará a retar a los dos amigos a acometer pequeñas hazañas a cambio de dinero. Y si Craig estaba jodido al principio de esta pieza, no se imaginan la noche que le espera.

Cheap Thrills encajaría en el género de la comedia negra, salpicada por trazas de gore y al mismo tiempo colocada contra un telón de fondo puramente dramático. Es la perversión del individuo a su propia costa, consciente de que está emprendiendo un camino del que difícilmente habrá vuelta atrás. Es también el macabro juego de los poderosos, hastiados de sus anodinas vidas, y que buscan insuflar a sus míseras existencias algo que el dinero no puede comprar. Con la excepción de que esta vez sí que puede comprarlo. Si en Funny Games una pareja de asaltadores sometían a una familia enclaustrada a vejaciones y torturas, en Cheap Thrills no se requiere ya la amenaza ni la intimidación. Los dos amigos acceden por voluntad propia a participar de unos juegos que también son divertidos, o al menos comienzan siéndolos, y que desembocarán en una espiral de odio y locura genialmente filmada. El fin último como justificador de los medios en una de las cintas más sólidas y mejor llevadas de esta edición del Fancine.

Halley (Sebastian Hofmann, 2012)

Halley

Escrito por Pablo Vigar

Halley, del director mexicano Sebastian Hoffman, viene a sumarse a la larga lista de incursiones del cinematógrafo en el universo de los zombis. Con el concepto tan en boga y cuando prácticamente se ha tocado todo lo que podía tocar respecto a la figura del no muerto, Hoffman apuesta por una visión intimista, muy personal y harto arriesgada, que nunca termina de despegar.

Aquí no hay zombis propiamente dichos, para empezar. Hay un hombre que se ha muerto, pero cuya existencia se resiste a abandonar este mundo. Su cuerpo, en descomposición acelerada, requiere de cuidados diarios para disimular la putrefacción. La cinta acusa una falta de ritmo alarmante, se nota la intención por hacer algo diferente pero el resultado queda lejos de ofrecer algo mínimamente atractivo. Quizás hubiera resultado más interesante contar todo el proceso desde que el cuerpo empieza a morir y los órganos y músculos a debilitarse y concluir con la transformación final en muerto viviente. El camino por el que decide tirar Hoffman es uno que parece no llevar a ninguna parte, si obviamos el brusco y confuso plano que cierra esta gélida e impasible propuesta.

Kiss of the Damned (Xan Cassavetes, 2012)

Kiss of the Damned

Escrito por Pedro Villena

Ya es difícil definir cuándo comenzó el hype zombie-vampírico o qué producciones dieron el pistoletazo de salida. Más difícil aún es aventurar su final, porque la cosa no hace más que crecer a diario, y si como resultado de esa progresión van a seguir apareciendo películas como Kiss of the damned, mejor sería que alguien le pusiese fin. El film de Alexandra “Xan” Cassavetes (la hija de John) está peligrosamente cubierta por un halo de película innecesaria del que no se libra durante su no demasiado turbulento desarrollo. No hay innovación formal, ni tampoco argumental, eso sí, el puritanismo adolescente de la interminable saga crepuscular queda superado aquí por bastantes raciones de sexo. La sofisticación del mundo de los vampiros (casas victorianas, música híbrida entre lo indie y la clásica, ropa cara y a medida) lleva a preguntarse si alguien llegará a hacer una película en la que los no muertos no parezcan salidos de una agencia de modelos. De seguro debe de existir alguna, pero sin duda estos condenados no parecen sufrir demasiado en su vida frívola y desinteresada. En Kiss of the damned hay un conflicto amoroso, bastante sangre, cuerpos estilizados, y una permanencia en la memoria de 4 minutos exactamente.

Breakaway (Ian Loreños, 2013)

Breakaway

Escrito por Pablo Vigar 

Resulta extraño encontrar en un festival de cine fantástico y de ciencia ficción una cinta de las características de Breakaway (La separación). Si bien este tipo de festivales –Fancine, Sitges o Austin– se han convertido en refugio de las producciones de género, entre las que se incluyen además de la fantasía y la ciencia ficción el terror y el gore, no hay en la que nos ocupa ninguna traza de los géneros mencionados.

Dividida en dos mitades, la primera parte nos pone en contacto con la historia de un padre viudo y su hijo en un barrio desfavorecido de Filipinas. La película se toma su tiempo en formar una relación creíble entre los dos actores. Una maniobra que ha de  preparar al espectador emocionalmente para cuando se produzca el punto de inflexión en el relato, que será el que dé comienzo a la segunda mitad. Ésta aguanta bien el paso de los minutos, la angustia del padre y su actitud incansable en búsqueda de su hijo remiten a otras cintas de secuestros. La investigación y el lento descubrir de lo ocurrido transitan terrenos conocidos pero no por ello molestos. Es el precipitado final, surgido a través de un corte en el relato, el que termina por condenar una historia mínimamente efectiva al peor de los castigos: la incredulidad y la indiferencia ante lo que hemos visto.

Scenic Route (Kevin Goetz, 2013)

Scenic Route

Escrito por Pablo Vigar

La reconstrucción de los hechos a partir de una imagen que se presenta al comienzo del relato pero que no volveremos a ver hasta bien avanzado el mismo es la técnica de la que se sirven los hermanos Goetz para armar su debut en la dirección, Scenic Route. Y funciona. En gran parte, porque esa primera estampa es tan salvaje como demoledora: un tipo sentado en la carretera, luciendo una cresta mohicana, con la mirada perdida y la camiseta y parte del rostro empapados en abundante sangre. A partir de aquí, retrocedemos en el tiempo, y encontramos a dos amigos conduciendo por el desierto en una camioneta. Ni rastro, obvio, de los elementos que se nos han presentado al comienzo. Acompañando a los personajes será como iremos juntando poco a poco las piezas para llegar a ver el puzzle entero. El interés y la atención del espectador, por tanto, o al menos de quien escribe esto, ya está ganado.

El personaje protagonista está interpretado por Josh Duhamel, visto en la serie Las Vegas (2003), la saga Transformers (2007-2011), o recientemente en el hilarante episodio del gato Beezel en Movie 43 (2013). El actor cumple con su actuación, como hace su compañero Dan Fogler. El relato está salpicado de golpes de humor, entre los que destaca el breve (des)encuentro con la anciana. Cuando alcanzamos el punto con el que da comienzo la cinta nos queda aún un trecho por recorrer en la narración. Su desenlace, que rompe con la estructura y el tono que llevaba ofreciendo toda la película, es sin embargo uno que no desentona del todo, y que hará que más de uno se replantee aquello de “vamos por aquí, que es más largo pero más bonito”.

The Battery (Jeremy Gardner, 2012)

The Battery

Escrito por Pedro Villena

La pandemia zombie que asola al mundo del cine parece haber quedado atrás. Vivimos en un mundo postapocalíptico en el que el muerto viviente intenta reinsertarse en la sociedad, comienza levemente a adquirir razón de sí mismo, e incluso es capaz de encontrar el amor. El virus se ha ramificado hasta extremos que llegan a enervar a muchos puristas de la Iglesia de George A. Romero. Cuando el ser humano se enfrenta al zombie está luchando contra su propia naturaleza. La amenaza uniforme del hombre que se devora a sí mismo es la génesis de muchos de estas historias; a partir de ahí puede haber más o menos casquería, gore o acción. ¿Pero puede haber poesía?

En Béisbol (cambiando diametralmente de tema), una batería la componen el “pitcher” o lanzador y el “catcher”, el que está detrás del bateador para “cazar” la pelota. Todo esto a nosotros puede que no nos diga mucho, pero según explicaba el director Jeremy Gardner, entre estos dos jugadores del equipo debe de existir una compenetración muy especial para conseguir la victoria, o la supervivencia.

Ben y Mickey son polos opuestos de esa batería. El primero es el ejemplo de la adaptación al medio: rudo, pragmático y desprovisto de sentimientos, mientras que su compañero se evade de un mundo al que ya no cree pertenecer. Sin embargo de una forma u otra se necesitan mutuamente.

Gardner convierte las restricciones de un prespuesto exiguo (6000 dólares) en ventajas para aportar su propia visión del apocalipsis: un paseo naturalista por bosques y lagos en los que los dos protagonistas se refugian de las grandes hordas de no muertos. El ser humano vuelve a entrar en comunión con la naturaleza, y sobre todo, a desconfiar del resto de tribus. El ritmo no es frenético y los zombies no son demasiado realistas, pero nada de eso importa. Los personajes de Ben y Mickey se pasean por un mundo devastado que parece estar como nuevo, y lo hacen al ritmo de una excelente banda sonora, aunque ellos solo escuchen los quejidos lastimeros de los cuerpos sin vida.

Alguien preguntó al director si quedaba algo por hacer en el genero zombie. Gardner respondió que alguien podría hacer algún día zombies voladores. Cuando alguien le robe la idea Gardner ya estará revitalizando el cine de hombres lobo, o si no al tiempo.

Forever’s End (J.C. Schroder, 2013)

Forever's End

Escrito por Pedro Villena

El Apocalipsis pintaba bastante más entretenido en la Biblia que el que nos muestran en Forever’s End. No hay lava ardiendo, jinetes ni destrucción. Esto no tendría por qué ser un problema si a la mitad del metraje no se echase de menos, y en grandes cantidades además. Cuando un giro de guion provoca indiferencia, la cosa no puede ir bien. Si el tercero provoca lo mismo que el primero y es el que cierra la película peor todavía. El mundo se ha acabado, aunque no parece que haya ni el más mínimo rastro de ello, y Sarah está en su casa viviendo como si nada hubiese pasado. De repente aparece su hermana y luego un joven apuesto y enigmático. ¿Qué está pasando? ¿Existen de verdad? ¿El mundo ha acabado realmente? Y la pregunta más importante de todas: ¿merece la pena averiguarlo? J.C. Shcroder dirige su primera película dispuesto a desencajar mandíbulas al más puro estilo Shyamalan para regalarnos otro de los grandes “finales” del fancine.

We Are What We Are (Jim Mickle, 2013)

We are what we are

Escrito por Pablo Vigar

Compitiendo con The Battery por el premio al mejor y más sugerente cartel de este Fancine, We Are What We Are, remake de una cinta mexicana de título parecido, Somos lo que hay (2010), puede además tratar de tú a las mejores cintas de esta edición. La trama da comienzo con la extraña muerte de la madre de una familia de tres hijos, tras lo cual el cabeza de familia queda a cargo de ellos. Y precisamente sobre los vástagos recaerá la tarea de perpetuar la tradición familiar. Una que se irá desvelando con sutileza y suspensión conforme avance el metraje. Sin voluntad de desvelar nada más, tan sólo decir que es en esta tradición familiar donde el espectador encontrará elementos reconocibles del festival que acoge la cinta.

Al estupendo trabajo de los actores, mayores y jóvenes, se suma una atmósfera cuidada y en sintonía con el magnífico ejercicio de género que filma el director. Desconozco, al no haber visto la cinta en que se basa, cuánto de original o estilo personal recae sobre esta, pero echando un vistazo al currículum del director se adivina una lógica interna a la hora de acometer este proyecto. Obligado destacar el cierre de la película, una orgía para los sentidos que si bien abandona la sutileza imperante en el resto del filme resulta absolutamente consecuente con lo que se ha estado contando, brillante epílogo para una notabilísima cinta.

Chained (Jennifer Lynch, 2012)

Chained

Escrito por Pedro Villena

Vincent D’Onofrio no tiene un rostro amable. Su mirada enajenada en La chaqueta metálica (1987) forma parte del imaginario del cine contemporáneo junto a la socarrona del pequeño Alex en otro de los tótems de Kubrick. Rudo, de complexión robusta (por no decir fofa) y siempre con esa expresión entre distraída y lunática, es un actor que difícilmente podría conseguir el papel de galán en una comedia romántica. De psicópata, en cambio, lo borda. Chained es el cuarto trabajo de Jennifer Lynch (la hija de David) y relata la historia de un taxista que sofoca sus traumas infantiles secuestrando, violando y asesinando a mujeres de la manera más brutal. La primera secuencia de la película es un ejemplo de concreción y nervio, imposible de mantener durante todo el metraje, centrado en la relación de D’Onofrio con un niño al que por circunstancias del negocio tendrá que someter durante demasiados años a su rutina macabra. La acción se concentra en la casa de la bestia y transcurre con altibajos hasta un clímax entre satisfactorio y cuestionable. Como curiosidad y detalle de marketing fraudulento, en el póster de la película aparecen como protagonistas D’Onofrio y Julia Ormond. Si quieren ver la película por ella, mejor no lo hagan.

After (Ryan Smith, 2013)

After

Escrito por Pedro Villena

Como también ocurre con Forever’s end, se hace difícil hablar de After sin desvelar lo jugoso de la propuesta, si es que al hincarle el diente no damos directamente con el hueso. La película coquetea con la temática apocalíptica para ofrecer un relato que acaba pareciéndose a un producto de consumo familiar, solo que si el niño es lo suficientemente maduro no dará su aprobado a una historia que hace aguas por todas partes y que se inunda en el ridículo más absoluto en su resolución. Una pesadilla freudiana que nos habla del destino, de la imaginación, de los universos paralelos e incluso de la muerte, todo ello en una versión más que descafeinada. Se llevó el premio a los mejores efectos especiales.

Uwantme2killhim? (Andrew Douglas, 2013)

uwantme2killhim?

Escrito por Pedro Villena

Después de ver esta película uno recuerda que al empezar aparecía aquello de “basado en una historia real” y se plantea seriamente si los guionistas han sido muy imaginativos con la historia original o si el ser humano puede llegar a inusitados extremos de estupidez. En 2003 el MSN messenger era lo más, pero no nos dábamos cuenta de los peligros que se escondían detrás de esas inocentes conversaciones: un violador, un camionero gordo, o incluso ¡el servicio de inteligencia británico! Hoy en día estamos tan concienciados con los peligros de Internet que ese tipo de historias llegan a parecer caducas, aunque ocurriesen de verdad: la gran estafa trasciende a la red, está en el aire, en el día a día. Además la educación cibernética ya está inoculada en los neófitos. Existirán excepciones, claro, alimento para guionistas como los de Uwantme2killhim, una película que cuando quiere ser comedia no tiene gracia y cuando se pone seria y teatral es verdaderamente cómica.

Para leer el palmarés y editorial de la 23º edición del Fancine

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