Aunque sea probable que la llamada época dorada de la televisión haya llegado a su fin, no deja de ser igual de cierto que el interés que suscitan numerosas ficciones sigue en aumento, cobrando relevancia en un mundo repleto de imágenes, cuyo análisis cruza barreras y desde tiempo atrás no debe ceñirse a lo estrictamente cinematográfico, sino al ámbito del audiovisual. En orden de emisión, seleccionamos trece momentos de trece series con las que cerrar 2013, un año de repleto de despedidas (Dexter, Fringe, The Office, Eastbound & Down, 30 Rock, Breaking Bad) y descubrimientos (Broadchurch, Orange is the New Black, Utopia, Les Revenants, In the Flesh, Top of the Lake, Peaky Blinders, Hannibal, House of Cards) con los que reflexionar y seguir prestando atención a los constantes hallazgos televisivos. Estos son los nuestros.
Escrito por Luisa Nicolás Jabato
Agonizando desde su tercera temporada, cada renovación de Fringe parecía la última. Aunque comenzó como un rígido procedimental poco a poco abandonó esta estructura para construir su propia mitología, pero las audiencias no acompañaron a la que debía ser el tardío relevo de X-Files. Malherida por su emisión en la noche del viernes, en enero de 2013 emitió su season finale, tras 13 episodios de cierre y despedidas.
Incluso una serie de ciencia ficción, donde tienen cabida elementos más extraordinarios que en otros géneros, está sometida a un ceñido corsé narrativo. Pero Fringe no se niega sus momentos de enajenación transitoria, escenas donde liberar toda su creatividad motivadas casi siempre por el uso de drogas. Si la marihuana nos trasladó a un film noir musical en Brown Betty (2×20), en Black Blotter (5×09) el LSD nos lleva en un viaje en stop-motion por la mente de Walter, 75 segundos de homenaje a Terry Gilliam, los Monty Python y la propia Fringe. Walter cabalga a lomos de la vaca Gene a través de la idiosincrasia de Gilliam acompañado por una rana y un caballito de mar, glifos de la serie, uno de esos momentos únicos que ver y rever para escudriñar y disfrutar.
Se acabaron los científicos locos y los insólitos experimentos, los universos paralelos y las conversaciones con cadáveres. Fringe nos deja con un sabor agridulce en los labios y un tulipán blanco en el correo.
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La comedia emancipada
Escrito por Gonzalo Ballesteros
El ruido que ha originado Girls (HBO) desde su estreno en 2012 ha seguido caminos paralelos, por un lado quienes vieron en la serie un producto fresco de la nueva comedia y en Lena Dunham a una creadora con un talento desbordante y, por otro lado, quienes se centraron en controversias relacionadas con el estrato social representado, el sexo explícito o el propio hype que generó la serie. Aunque los detractores se mantienen firmes, parece que el tiempo y el paso de los capítulos están dando la razón a los primeros y se ha abierto una nueva vía en los “productos appatow” con una chica, Lena Dunham, que es capaz de reunir todas las cualidades necesarias para ofrecer algo diferente y auténtico. Como bien resaltó Ana Cortijo en su artículo sobre la serie, es aliviador que demos con una ficción en la que “los pantalones no salen con facilidad, las posturas son aparatosas y sus protagonistas no eyaculan a la vez”, ese carácter normalizado y desmitificador de las relaciones viene perfectamente acompañado por una dirección cercana al cine independiente, incluso al movimiento mumblecore. El capítulo que mejor ejemplifica ese carácter independiente y libre, es el quinto de la segunda temporada; abandona por un capítulo la narración coral de la serie para centrarse en la protagonista, Hannah, y la aventura que vive entre las cuatro paredes de la casa de un recién desconocido, una love story sin happy ending. Un ejercicio de estilo, cargado de personalidad y sentido.
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Best prank ever
Escrito por Gonzalo Ballesteros
Si hay una serie que nos ha tocado el corazón este año, ha sido The Office. Tanto es así que en Revista Magnolia le dedicamos en mayo un especial para despedirnos. Su final tras ocho años de emisión y 201 episodios ha dejado huérfanos a todos aquellos que seguíamos fielmente las rutinas de la empresa papelera de Scranton, Pensilvania. La serie creada por Ricky Gervais y Stephen Merchant alcanzó cotas de excelencia cómica de la mano de Greg Daniels quien desarrolló la serie en Estados Unidos para NBC. Bajo la fachada discursiva del mockumentary (falso documental), la serie abrió caminos narrativos y estilísticos que han seguido otras ficciones posteriormente, pero sobre todo, consiguieron dotar de realismo y verosimilitud una acumulación de situaciones y momentos que van de la sitcom al humor absurdo pasando por todo el abanico de géneros cómicos. El vacío que deja su ausencia es proporcional a los grandes momentos que ha hecho pasar a sus espectadores; con su decentísimo capítulo final, se acaba una serie que marcó una época y que nosotros nos resistimos a olvidar. Siempre nos quedarán los gifs.
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Where is Jessica Hyde?
Escrito por Luisa Nicolás Jabato
Si en 1990 el mundo entero se preguntaba quien había matado a Laura Palmer, en 2013 “The Network” quiere saber dónde está Jessica Hyde. Utopia es un iman que desde la primera escena te absorbe al interior de su mundo enfundado en el estilo del cómic. De amplios y dilatados planos, impregnados de colores ácidos, diluye las líneas entre estar contemplando una novela gráfica y una serie de televisión.
Pero no sólo de su fotografía vive Utopia, capas de color, conspiraciones, agonías e intrigas tapan un trasfondo que hablan tanto del presente y futuro de nuestra sociedad como lo hace la brillante Black Mirror. Los protagonistas son un grupo de perdedores. Los antagonistas, una misteriosa organización que llega hasta las más altas esferas del gobierno. Y todos buscan el manuscrito de un cómic que predice un apocalíptico futuro. En la primera escena de Utopia, dos asesinos terminan a sangre fría y casi con desdén con todo aquel que estuviera dentro de una tienda de cómics. Desde ese mismo instante, el color amarillo y un sociopata de pocas palabras se comen la cámara y nos presentan un enigma. Toda una declaración de intenciones de lo que nos esperaba.
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Now, again, the story of a wealthy family who lost everything
Escrito por Antonio M. Arenas
…and the one son who had no choice but to keep them all together.
Netflix ha cambiado la manera de ver televisión, pero también la forma de hacerla. Que una serie como Arrested Development regresara siete años después de su cancelación no habría sido posible sin la plataforma online, que en tiempos de cambio ofrece todo lo que la mayoría de cadenas no se atreverían a permitir a sus ficciones: Nada más sencillo y tan difícil de lograr a la vez que una temporada de plena libertad creativa.
Recorriendo el paso del tiempo y los hechos que acontecieron desde el final de la serie, cada episodio se centra en el punto de vista un miembro de la familia Bluth. Pero a raíz de la estrategia de Netflix de colgar las temporadas completas de sus series, los episodios de la cuarta temporada no siguen un orden fijo, permiten todos los que el espectador quiera darles, la estructura narrativa adquiere una complejidad y al mismo tiempo una inocencia gratificantes.
Si en sus tres primeras temporadas Arrested Development explotaba un humor veloz, autorreferencial y repleto de sin sentidos, que iban en aumento conforme avanzaba (for british eyes only!), en esta nueva temporada se elevan al cubo gracias al cruce con escenas de episodios anteriores o por llegar, generando un gag nuevo, oculto, en constante mutación y de estímulos distintos en cada espectador. Los Bluth han vuelto y cada vez que veamos la cuarta temporada habrá una serie nueva esperándonos. Si sobreviven a los catastróficos eventos del Cinco de Cuatro, no se puede pedir más.
Ahora las lluvias lloran en su salón
Escrito por Pablo Vigar
Avalados por el impacto y la total conmoción que ya había ocasionado la letra escrita entre los lectores, los momentos finales de The Rains of Castamere consiguieron algo más que hacer justicia a su referente literario: llegar incluso a recrudecer la escena mediante una licencia del material de partida. El capítulo, además de confirmar que los penúltimos capítulos van a sernos siempre reservados para el estallido de la tormenta, funciona como punto de inflexión de la serie, una que sigue desafiando las convenciones narrativas y el concepto de protagonista como figura libre de todo peligro. La secuencia de la Boda Roja, perfecta en su traslado y ejecución al fotograma, termina por subrayar esta noción.
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“Well, I guess it’s just us now”
Escrito por Antonio M. Arenas
Pocas series en emisión nos descubren tanto de sus autores como The Newsroom. El quinto episodio de la segunda temporada, de lacónico título News Night with Will McAvoy, es Aaron Sorkin en estado puro. A partir de la narración en tiempo real durante la emisión del informativo, una estrategia similar a la que ya utilizara en Sports Night o El ala oeste de la casa blanca, Sorkin sintetiza con brillantez su capacidad para hallar grandes emociones en pequeños espacios de tiempo. De largos pasillos presidenciales a platós, despachos y camerinos, el espíritu sigue siendo el mismo, atacar la verdad de sus personajes y defender el honor de su trabajo. Acúsenle de utópico y aleccionador, bienvenido sea frente al cinismo imperante de los medios. El guión incide al revelar la ética de cada periodista de la redacción, especialmente la de Will McAvoy, que descubre en plena retransmisión que su padre ha sido hospitalizado. Su impecable conclusión arrastra un pesado silencio en el aire, solo cortado por una frase que escucha el espectador, pero que en realidad va directa al corazón de su personaje y al alma de una ficción de conquistas noticiables.
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My Baby Blue
Escrito por Pablo Vigar
‘The special love I have for you
My baby blue’
Los instantes finales de Felina, episodio que tras cinco temporadas ponía cierre a la serie norteamericana Breaking Bad, aparte de darnos todo lo que prometían en su críptico título –hierro (Fe), litio (Li) y sodio (Na), esto es, sangre, metanfetamina y lágrimas– conciliaban el desenlace del personaje de Walter White manteniéndose terriblemente consecuente a lo que el resto había sido. Así, la serie no sólo se despedía a lo grande, con unas últimas horas televisivas de infarto –en especial el tríptico formado por Ozymandias, Granite State y el que nos ocupa– sino que se sumaba a la lista de aquellas que hacían de sus temas musicales finales auténticos emblemas de las mismas: si Tony Soprano nos decía adiós rogándonos que no dejásemos de creer y Vic Mackey se preguntaba, Concrete Blonde y su tema Long Time Ago mediante, si nada había valido la pena, el camino de Walter White llegaba a su fin evocando la pastilla azul, su particular Baby Blue y el amor que por ella había sentido, el mismo que nos puso a todos en este sensacional viaje, y por el que siempre le estaremos agradecidos.
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Dos tragedias
Escrito por Pedro Villena
La elección de “Baby Blue” como banda sonora para el último viaje de Walter White no es casualidad. Los primeros acordes llenan de melancolía su preciado ataúd de matraces y productos de limpieza, el feudo de su amada creación a la que ha echado de menos, con la que se ha vuelto a reunir. Pero más allá del título y de que la letra parezcan ideadas para la ocasión, el hecho de que Badfinger acompañe a Walter White al cielo/infierno es un toque más de genialidad en una última temporada excelente.
El primer grupo contratado por la discográfica Apple (propiedad de Los Beatles) no tuvo un final mucho mejor que el de nuestro querido profesor de química. Ellos también tenían el talento y los medios, pero el ascenso a la fama tiene sus inconvenientes. Tras su fichaje por Warner y una trifulca entre el manager del grupo y la discográfica su música quedó congelada. La frustración de tocar sus instrumentos y que nadie los pudiese escuchar pudo con ellos: primero Pete Ham y años después Tom Evans, ambos miembros fundadores de Badfinger, acabaron ahorcándose en sus propias casas.
Podríamos debatir si la primera frase de la canción “Guess i got what i deserved” (supongo que me lo he merecido) podría aplicarse a todo lo que ha hecho Walter White, pero lo cierto es que la calidad musical de Badfinger merecía mucha mejor suerte.
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Oh Yeah!
Escrito por Pedro Villena
Durante la primera temporada de Hello Ladies nos han presentado al personaje de Stuart Pritchard como un hombre que fracasa continuamente por tomar malas decisiones. Dos pasos en la buena dirección siempre van seguidos de un embarazoso tropezón, al menos hasta el penúltimo capítulo de la temporada de la serie. Aquí ya hay una crueldad injustificada, una penitencia demasiado dolorosa para el bueno de Stuart.
Lo tenía tan cerca con su ansiada modelo que ya podía tocarla con los dedos, pero nadie que estuviese viendo la serie pensaba que realmente fuese a pasar (ni siquiera él mismo). Los malos presentimientos se hicieron carne humana: un tipo que le arrebataba a la chica en el último momento. En el colmo del pagafantismo más negro, Stuart deja su habitación de hotel a Kimberly y al DJ de Kanye West.
Pero tanta maldad tenía que tener un lado bueno, algo con lo que olvidar una noche desastrosa, algo con lo que gritar: Oh yeah!
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Doctor Who stands!
Escrito por Antonio M. Arenas
El 23 de noviembre se cumplían cincuenta años de la emisión del primer episodio de Doctor Who. Todo un fenómeno que tuvo su centro de atención en un evento en Londres que duró tres días, su eco con un episodio especial estrenado simultáneamente en cines (y en 3D) y las raíces en la emotiva An Adventure in Space and Time, película para televisión en homenaje al Primer Doctor escrita por Mark Gattis. Un aniversario acompañado de una múltiple diversidad de contenidos para la BBC e internet, que aumentaron la magnitud de la celebración sin abandonar su tono conmemorativo, ya que al mismo tiempo era capaz de convertirse en auténtico eje vertebrador de la serie, uno que cerraba puertas y abría nuevas para el futuro.
Gracias a The Night of the Doctor por fin se puso final a la regeneración del Octavo Doctor, interpretado por un Paul McGann que sabía no era el Doctor que esperábamos. Mientras que en el entrañable y divertido The Five(ish) Doctors, tres de los actores que dieron vida a los doctores clásicos (Peter Davison, Colin Baker y Sylvester McCoy) se rebelaban para aportar una visión repleta de encanto sobre un Aniversario al que “no habían sido invitados”. Y lo lograron con una gamberrada de incluso mayor acierto y calado que el propio episodio especial.
Centrándonos en The Day of the Doctor, más concretamente en la cuestionable labor de Steven Moffat como showrunner, podríamos entrar a debatir si era necesario alterar el desenlace de la Guerra del Tiempo, así como la oportunidad desaprovechada con el enigmático Doctor de la Guerra creado por John Hurt, pero ver juntos a David Tennant y Matt Smith nos hace pensar que pese a todo y todos, el universo de Doctor Who resistirá. Incluso aunque Ron Burgundy, en otra de las brillantes y ubicuas promociones virales antes del estreno de Anchorman 2, no entienda muy bien de qué estamos hablando.
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“The end. Cut to black. Audience goes fucking ape shit”
Escrito por Antonio M. Arenas
Kenny Powers se despedía de la pequeña pantalla con un imposible (e impensable) guión cinematográfico que señalaba un detalle crucial, (vi)vimos toda la serie desde su distorsionado punto de vista sobre la realidad. En Eastbound & Down convivían el exceso del deporte americano con su más profundo patetismo, disimulado de gloria, desenfreno y violencia instantánea a lo Scorsese. No hacían falta metáforas, en su desarrollo estaba implícito un sistema deportivo y mediático sumido en un capitalismo total, que tras la retirada profesional solo hace más que aumentar sus trastornos.
Temporada tras temporada ha transitado todos sus estados, desde el obligado abandono por dopaje, el regreso a la competición amateur en un país exótico y el semi-profesionalismo como auto-engaño e inmadurez de una serie que decidía terminar por suicidarse. Pero en su prórroga, una brillante cuarta temporada, el foco se trasladaba a los platós televisivos con las tertulias de Sport Sesh, que podrían recordarnos a las de un Punto Pelota repleto de esteroides, donde Powers se erigía como absoluto paradigma de un sistema cuyo triunfo mediático es su personal fracaso. La mirada desatada de Jody Hill y la inteligencia poética de David Gordon Green tras las cámaras nos recordaron todo lo que puede dar de sí una pelota de béisbol, su efecto a 100 millas por hora produce el reverso del cuento moral que los Estados Unidos de América querrían esperar.
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El rostro tras la máscara
Escrito por Pablo Vigar
La cuarta temporada de Boardwalk Empire se abría con una enigmática secuencia en un bar de carretera y rostros desconocidos para el acólito de la serie. El aroma que desprendía la misma, entre sorbos de alcohol, pistolas y sombreros acababa por revelarnos una cara –aunque le falte una mitad– ya sí distinguida entre el elenco principal del producto de la HBO: Richard Harrow, veterano de guerra desfigurado, tipo solitario y casi mercenario al que conocimos gracias al personaje, ya fallecido, de James Darmody. Excelsamente interpretado por Jack Huston, no tardó en convertirse en uno de los favoritos de los espectadores. Con él hemos abierto y cerrado esta tanda de episodios, y, en un giro inesperado, también su arco. Bajo el entablado del paseo marítimo, la máscara yaciendo sobre la arena e imágenes oníricas que, por última vez, nos permiten penetrar en su compleja psique. Así le hemos dicho adiós. Y por mucho que nos haya dolido, su final no deja de corroborar que la que nos ocupa es una serie altamente comprometida con sus personajes y su historia.
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New end, old beginning
Escrito por Antonio M. Arenas
The Walking Dead ha sufrido las exigencias de toda adaptación y la irregularidad de su arco narrativo, pero también ofrece recompensas a quienes la seguimos por su naturaleza como serie de género, siendo capaz de reinventarse para continuar enfrentándose a sus demonios con una artesanía digna de elogio. La cárcel era el último refugio, el único reducto posible de humanidad, una humanidad que a lo largo de la serie hemos visto desvanecerse. Como tal, aquella cárcel solo era un espejismo que se derrumba en una midseason finale en la que se ajustan cuentas, se pierden lazos y la serie tiene la posibilidad de gestar nuevas estrategias para afianzar su punto de origen, la perdición de sus personajes. Y en estos tiempos esa condición es una por la que seguiremos expectantes.
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