El otro conflicto
El reciente estreno de la película Asier ETA biok (2013) pone de nuevo los focos sobre una relación entre el cine y ETA, una relación que no cesa de producir obras de diverso interés y calidad. El estreno del documental dirigido por Aitor y Amaia Merino vino acompañado de una cobertura desigual; sin demasiada publicidad ni distribución comercial -como suele ocurrir con los documentales en España- pero con multitud de noticias dispares, polarizadas y en algunos casos confusas sobre la obra. Leyendo y escuchando a los medios de comunicación generalistas, parece ser el conflicto vasco tiene un enfoque único y todas las películas sobre el tema las presentan bajo una dicotomía reduccionista y maniquea: España-ETA, demócratas-terroristas, buenos-malos.
La realidad del asunto es mucho más profunda, incluso ahora que ETA ha abandonado la lucha armada, la reflexión y los matices se hacen más necesarios para entender esta realidad concreta. Asier ETA biok busca ese acercamiento y plantea esos matices, original tanto en el contenido como en la propuesta, es una película muy necesaria que merece más atención por parte de los medios de comunicación, las revistas especializadas y el público en general; no hay que dejar pasar las oportunidades que nos brinda el cine para abrir diálogos y compartir ideas porque las oportunidades pasan y no todas las películas son igual de válidas. Para ver cómo hemos llegado hasta aquí -desde el punto de vista cinematográfico- realizamos un viaje de cuatro décadas intenso e irregular.
La presencia de ETA como temática en el cine comienza en los albores de la democracia con Comando Txikía (Muerte de un presidente) (José Luis Madrid, 1976) un film bastante prematuro visto el resultado final, sobre el atentado que acabó con la vida de Carrero Blanco -a quien presentan como un demócrata cuanto menos-. El director José Luis Madrid juega con la ambigüedad y construye una película más policíaca que política, lo que no libró a su producción y a su estreno de una ruidosa polémica en los medios. Tres años después, el atentado de Carrero Blanco vuelve a ser protagonista de otra película pero con distintos resultados, Operación Ogro (1979) dirigida por el italiano Gillo Pontecorvo, con música de Ennio Morricone y con José Sacristán y Ángela Molina en el reparto. Funciona como reverso de Comando Txikía, es una película mucho más política, más profunda y con todos los matices posibles dada la escasa distancia del momento histórico narrado.
Ese mismo año, Imanol Uribe rodó un documental con un enorme valor histórico, El proceso de Burgos (1979), que da voz a los encausados por el consejo de guerra tras el asesinato de Melitón Manzanas. Para bien o para mal esta película es hija de su tiempo, lo que le otorga una libertad narrativa que ahora, con una democracia supuestamente asentada, parece imposible imaginar. Con esta película Uribe comienza su particular “saga de ETA” que completa con las películas de ficción La fuga de Segovia (1981), La muerte de Mikel (1983) y, más tarde, Días Contados (1994); tres películas dispares que sin embargo son de recomendable visionado pues recogen sensaciones de cada tiempo y una evolución en el punto de vista del conflicto.
En la década de los ochenta y noventa, el conflicto vasco y ETA fueron protagonistas de un puñado de películas de diversa temática y enfoques, entre todas caben destacar dos que han sobrevivido con dignidad al paso del tiempo: Ander eta Yul (1989) y Sombras de una batalla (1993). La primera fue la sonada ópera prima de Ana Díez que se ganó la propaganda en contra del entorno abertzale así como de ciertos sectores del Gobierno del PSOE; que el film no gustara ni a unos ni a otros da buena cuenta de que es una película incómoda, inconformista y necesaria. La otra película que merece ser reivindicada es Sombras de una batalla (1993) de Mario Camus; aunque el cine de Camus alcanzó cotas de excelencia con la adaptación de textos universales (La colmena, Los santos inocentes, La casa de Bernarda Alba) su cine no acaba ahí, y en esta película se introduce a través del drama romántico en la cuestión del terrorismo; más que por su valor político o histórico es relevante por su calidad cinematográfica.
Con el cambio de siglo, de gobiernos y de políticas, la situación de la cuestión terrorista evoluciona como también lo hace la relación del cine con ETA. Se abren vías muy interesantes a través del documental, aparece la película de Julio Médem: La pelota vasca. La piel contra la piedra (2003), un ejercicio ambicioso y plural que trata de dar voz a todos los protagonistas, directos e indirectos, de -entre otros asuntos- el conflicto vasco (con la ausencia voluntaria de los dirigentes del Partido Popular). A través también del documental, el director Iñaki Arteta ha dirigido tres documentales que analizan las consecuencias del terrorismo de ETA, dando voz a las víctimas de los atentados: Olvidados (2004), Trece entre mil (2006); o a los exiliados por el conflicto: El infierno vasco (2008). En el campo de la ficción encontramos variantes, por un lado la comercial con: El lobo (2004) y GAL (2006), de cierto valor cinematográfico pero con dudosos discursos éticos; ambas películas dirigidas por Miguel Courtois y producidas por la filial audiovisual del diario El Mundo. Por otro lado, un acercamiento más inteligente y arriesgado a través de la imagen, el que hizo Jaime Rosales en 2008 con Tiro en la cabeza, seguramente la mejor película sobre el asunto desde un punto de vista puramente cinematográfico, sin diálogos, con planos generales y con distancia, sin duda la clave de su propuesta.
Por último encontramos la anteriormente citada Asier ETA biok, que trata en formato documental la historia del actor Aitor Merino y el miembro de ETA Asier Aranguren, amigos desde la infancia y distanciados -a veces voluntaria y otras involuntariamente- por un conflicto vasco vivido en primera persona. La película está narrada de forma amena, incluso cómica por momentos, por el propio Aitor Merino y construye un relato apasionante, lleno de giros cronológicos y reales que se pasea entre el humor y el terror con una facilidad pasmosa. ¿Qué pasaría si tu mejor amigo fuese de ETA? Es lo que le ocurrió a Aitor y lo que nos cuenta en esa película imprescindible.
La cinta de los hermanos Merino continúa ahora una relación que dura más de cuarenta años y no ha dejado de estar en constante conflicto, es si se permite la expresión: el otro conflicto. Hay muchos factores y, sobre todo, muchos actores que tensan la cuerda en direcciones contrarias y hacen que la mezcla de cine y ETA no sea nunca agradable para todos, pero el cine y su compromiso social no busca agradar; busca entender, comprender y mostrar. La relación de la imagen audiovisual con situaciones históricas tan concretas y sensibles como esta se caracteriza por su desigualdad, cada película bebe mucho de la situación particular del conflicto vasco y del momento específico en el que se desarrolla. Vistas con cierta perspectiva, encontramos un buen puñado de películas que merecen ser recordadas y valoradas, ya sea por sus cualidades cinematográficas o por su capacidad para registrar com mayor acierto un momento social e histórico específico, que fue pasado, es presente y, de una manera o de otra, será futuro.