Doble sesión de cine francés en esta jornada de la sección oficial de Gijón. Dos películas diferentes, tanto en la concepción como en la recepción, pero que comparten un espíritu amable que ha provocado la complicidad -o al menos la sonrisa- de un público que parece recibir con los brazos abiertos este tipo de propuestas.
Les combattants (Thomas Cailley) – Sección Oficial
El primero de los filmes, Les combattants de Thomas Cailley venía precedido de un premio FIPRESCI en la Quincena de realizadores de Cannes. La historia narra el verano de Arnaud, un joven que trabaja en el negocio familiar hasta que conoce a Madeleine, pese a la diferencias que los separan, la necesidad del chico por tenerla cerca le lleva a seguir sus pasos hasta el punto de alistarse a un campamento del ejército por ella. En principio estamos ante una comedia bastante accesible que sigue las pautas de una coming-of-age; en este sentido puede recordar a la reciente The Kings of Summer aunque en esta más que por la amistad se apueste por explotar el amor. En cualquier caso estamos ante una película de verano -si es que esto existe- tanto es así que antes de la proyección el director bromeaba sobre el porcentaje de espectadores a los que el visionado les ha producido insolación.
Pese a que estamos ante un producto de apariencia inofensiva, hay un factor diferencial que hace destacar el filme hasta el punto de ser reconocido en Cannes o estar en la sección oficial de Gijón, y ese factor no es otro que la variedad discursiva del director. El gran logro de Les combattants es conseguir diferentes tonos a lo largo del metraje, Thomas Cailley juega con elementos del montaje, de la puesta en escena o simbólicos para dotar a la película de distintas profundidades y matices dependiendo del punto de la historia en el que se encuentre, podríamos decir que es una película con varias películas dentro y encontrar el equilibrio en un ejercicio así merece reconocimiento. Una película, que sin pretensiones ni estridencias, consigue entretener y dejar un poso de buen cine, que no es poco.
Hippocrate (Thomas Lilti) – Sección Oficial
Otro director francés, también llamado Thomas, pero en este caso apellidado Lilti es el responsable de Hippocrate la otra película que se presentó en sección oficial. Un filme que se introduce en el backstage de la sanidad pública francesa a través de Benjamin, un joven que comienza sus primeros seis meses de prácticas en el hospital de su padre. El dato de que el director sea, además de cineasta, doctor puede parecer una anécdota pero es relevante, al menos explica que -a diferencia de las series y películas de hospitales- aquí haya más verdad. Desde que los médicos estén enganchados a House hasta que muestren sus fallos o su falta de heroicidad, hay muchos detalles que otorgan verosimilitud y crédito a la historia. Además, el aire de comedia que le imprime el actor Vicent Lacoste (The french kissers) ayuda a descargar de tensión la primera parte del metraje.
El problema de Hippocrate es que ese punto a favor, esa verdad y comicidad que posee en su arranque, es tirado por la borda según avanza la película y esta intenta ganar profundidad y empaque. Cuando aparecen los primeros dramas y conflictos Hippocrate muestra sus costuras, se vuelve previsible y maniquea y hace desaparecer cualquier tipo de esperanza ante un final digno. Aparecen los lugares comunes y se resuelve la historia con giros de guión de (mal) manual. Quizá ese abandono al convencionalismo en su parte final consiga la simpatía de una parte del público pero echa a perder una película que no es capaz de cumplir lo que promete.
