La indiferencia también es un delito
Retomamos con espíritu renovado la columna Sesión Doble, dedicada tiempo atrás a poner en común películas relativamente desconocidas de una época o géneros muy concretos, para hacernos eco de las sesiones dobles que se siguen programando en la actualidad. Es decir, de la nostalgia cinéfila por las sesiones dobles de antaño a la urgencia de las sesiones dobles actuales, con tanto vigor como la que presentó Docma el pasado mes de octubre en la Cineteca de Matadero, integrada por Patrimonio nacional (Jean Castejón Gilabert, 2013) y Port Trade Portrait (David Batlle, 2014). Dos mediometrajes, formato siempre en tierra de nadie debido a su duración, que unidos fomentan una reflexión compartido alrededor de la indiferencia que genera la historia del país en los espacios turísticos que la vertebran, el Valle de los Caídos y el puerto de mercancías de Barcelona respectivamente, buscando de formas radicalmente opuestas y nada ingenuas la mirada que se despierta en el contacto entre la historia y la realidad de sus transeúntes o visitantes.
Con Patrimonio nacional Jean Castejón emprende un cáustico viaje experimental hacia el Valle de los Caídos, integrando sonidos e imágenes de archivo entre las reverberaciones de su dispositivo estético, dibujando un paisaje agreste y montañoso tanto en lo físico como en el plano documental de la memoria, superponiendo y solidificando ambos. Un viaje literal que desemboca en un irónico retrato turístico de la visita de un grupo de amigas al santuario, retrato que no deja de estar envuelto en capas sonoras y fílmicas por medio de un montaje que trabaja el Valle de los Caídos alrededor de fotografías y oscuridad, alimentando sus ecos. Y precisamente el pasado año pudimos ver un documental insólito que retrataba las entrañas de los que lo habitaban, A la sombra de la cruz (Alessandro Pugno, 2013), pero a diferencia de este, Patrimonio nacional se presenta como la peregrinación fantasmagórica, poética y ensimismada a un lugar sombrío, del que capta una posible audioguía fotográfica capaz de revelar su negativo.
Por su parte, la apuesta formal que David Battle emprende con Port Trade Portrait resulta aplastantemente sencilla, quizá por ello todavía más imponente y reveladora. A través de las declaraciones de Lola López y Kheraba Drame, cuyas palabras son reflejos del pasado esclavista y el presente discriminatorio de la ciudad, Batlle logra que en su simple exposición, con panorámicas alrededor del puerto de mercancías de Barcelona, convertido ahora en un paseo y enclave turístico, permita que la participación de los transeúntes y sus sonidos se cuelen en el dispositivo. Circunstancia que produce su participación de manera activa y espontánea frente a la cámara, pero también profundamente indiferente respecto al espacio en el que se encuentran, al contrario de un espectador que ya no puede serlo, descubriendo sigilosamente una perspectiva capaz de abrir grietas en nuestra percepción de la realidad. Frente a la indiferencia, dos tazas.