Crepúsculo

La primera secuencia de The Blue Hour (Anucha Boonyawatana, 2015) nos descubre a Tam, un adolescente que, debido a su homosexualidad, sufre bullying y una dura presión familiar. Todo cambia cuando conoce a Phum, también homosexual pero liberado y seguro de sí mismo. Tras este planteamiento, convencional hasta el cliché, se esconde una interesante apuesta formal sobre el descubrimiento, el enfrentamiento y la liberación personal.

The Blue Hour es un melodrama adolescente elegante, con encuadres cuidados y ritmo pausado, que cambia con la aparición del segundo protagonista sobre todo a partir de un simbólico viaje a un vertedero. En ese momento la historia se trastoca y con ella el planteamiento formal. La luz da paso a la oscuridad azul del crepúsculo que da nombre al film, e iniciamos un viaje desde el melodrama al género que llega hasta el terror. Un viaje al subconsciente del protagonista donde la línea que separa lo onírico de lo real, lo real con lo simbólico, se difumina en una suerte de diálogo entre Mulholland Drive (David Lynch, 2001) y Audition (Takashi Miike, 1999) moderado por Gus Van Sant.

Y es cierto que la obsesión del director tailandés por los formalismos y la estética, por el encuadre milimétrico de planos fijos mezclados con momentos musicales a cámara lenta, pueden acabar encorsetando la película y privarla de la libertad que sus personajes buscan. Y que el simbolismo respecto al descubrimiento, el enfrentarse a los fantasmas y la liberación de las ataduras, puede resultar demasiado evidente. Sin embargo, el radical cambio genérico entra con una suavidad asombrosa. Las atmósferas, perfectamente trabajadas, funcionan y consiguen atraparte, y zambullirte con los personajes hasta ese último plano final de liberación.

Puedes ver The Blue Hour hasta el 9 de julio en el siguiente enlace.