Con una selección diseñada por Marvin & Wayne, distribuidora referente del panorama del cortometraje en España, el Atlántida Film Fest de Filmin abría este año su oferta a las obras de menor duración, que no por ello de menores retos creativos ni talento. En su línea de apostar por las propuestas más novedosas y premiadas internacionalmente, encontramos una serie de cortos que establecen un diálogo con los progresos de la tecnología, sobre los que fundamentan su razón de ser. Pero lo estimulante no se encuentra tanto en sus brillantes avances técnicos o en la forma de releer los materiales que despliegan, sino en la capacidad de unos pocos de ellos para integrar la tecnología en su tesis sobre el audiovisual.
Los hallazgos combinando stop motion y elementos de la naturaleza de Daphne ou la belle plante (Sylvain Derosne, Sebastien Laudenbach, 2014) o la fantasía bélica de andar por casa de Démontable (Douwe Dijkstr, 2014) son los ejemplos más llamativos, pero también los que finalmente se quedan en la superficie de sus reflexiones. Al contrario ocurre con All that is solid, que como recurso formal transcurre en una pantalla de ordenador, un disco duro planteado como espacio imaginario por el que desvelar cómo las formas neocolonialistas también se han implantado en la tecnología. En cambio, desde su apariencia y procedimiento a priori sencillos pero efectivos, arrancando con una presentación en google translator hasta recorrer archivos y la propia wikipedia, la imagen se desdobla sucesivamente dando lugar a una fábula sobre la explotación de recursos mineros en Ghana, lo que en un cruel giro capitalista ha transformado su sociedad en un cementerio de chatarra tecnológica. Chatarra en el fondo como desde la que que se dispone la película.
Su director, Louis Henderson, que estuvo presente en el pasado Festival Punto de Vista con el mediometraje Lettres du voyant, fue alumno del prestigioso estudio de arte contemporáneo Le Fresnoy, lo que nos ayuda a comprender su campo creativo, del que también encontramos una muestra formidable en Village Modèle (Hayoun Kwon, 2014). Si este año el Atlántida dedicaba una sección al cine (anti)propaganda, con diversas películas que abordan la situación de Corea del Norte, la presencia de la obra de Hayoun Kwon no podría ser más acertada para completar su visión. A través del recorrido por una maqueta modelada en 3D, su autora accede a una zona de acceso restringido junto a la frontera de las dos Coreas. Mientras escuchamos discursos militantes y periodísticos, esa ciudad modelo entre montañas parece cobrar vida sobre un país que nos sigue siendo esquivo.
Por medio de largas panorámicas diseñadas gracias la unión de múltiples fotografías y efectos digitales en postproducción, Cams presenta un mundo muy parecido al nuestro, pero en el que ya no queda nadie, poblado por unas extrañas criaturas y objetos de otro planeta. Una estimulante experiencia llegada de Suecia que se sitúa en los márgenes del relato de ciencia ficción, dotando de una dimensión completamente nueva al fuera de campo, añadiendo elementos y sustrayendo otros de la realidad para lograrlo.
Precisamente fruto del proceso de sustraer a los tenistas y al propio deporte de una competición de tenis, en este caso mediante el montaje y la puesta en escena, surge Out. Un proyecto gestado dentro del Máster en Teoría y Práctica de documental creativo de la UAB, pero del que Joan Antúnez trasciende su condición académica para crear un ensayo rítmico sobre un deporte que no vemos, del que escuchamos y vemos su reflejo en el entorno que lo rodea: recogepelotas, espectadores, marcas publicitarias y otros elementos del Torneo Conde de Godó que separados entre sí manipulan y subvierten los conceptos más elementales de la tradicional realización televisiva. Creando un nuevo deporte, u otra forma de verlo, que alcanza un punto hipnótico de juego, set y partido.
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