En su décimo aniversario dedicado en exclusiva al cine documental, Alcances se despide del apelativo “Muestra cinematográfica del Atlántico” para reconocerse a sí mismo como un enclave determinante en el panorama documental español, carente de los espacios de difusión necesarios. Bajo esta nueva etiqueta, que no hace más que trasladar el notable esfuerzo de los últimos años, Alcances se consolida con más vigor si cabe como un lugar de encuentro que reúne lo mejor de la cosecha documental del año en España. Su relevancia se fundamenta en el buen criterio de la programación para detectar los trabajos y cineastas más estimulantes dentro de la no-ficción, aquellos que proponen nuevos caminos en el documental, contando con una grata mayoría de realizadoras este año. Y aunque el grueso de las obras seleccionadas hayan recorrido otros festivales probablemente más mediáticos y prestigiosos, es al ponerlas en común en Alcances cuando se nos permite una mirada desde la que apreciar el valor y la dirección de su conjunto.
El cartel del artista gaditano Arsenio Rodríguez estaba dedicado al público -fundamental para la (su)pervivencia de todo certamen-, a su diversidad y también a su monstruosa curiosidad, por la que acercarse a una sección oficial dividida como en años anteriores en largometrajes, mediometrajes y cortos, que en esta ocasión reconoció en su palmarés a tres títulos que coincidieron a su paso por el Festival de Málaga: No me contéis entre vosotros (Isidro Sánchez) logró la Caracola a la mejor película, la de mejor mediometraje fue a parar a El gran vuelo (Carolina Astudillo) y por último El juego del escondite (David Muñoz) recibió la caracola al mejor cortometraje.
Nada que objetar a un palmarés quizá más abierto en la competición de largometrajes, destacando dos títulos que abrazan de forma agridulce el activismo social, como la excelente ReMine, el último movimiento obrero (Marcos M. Merino), de la que ya hablamos y escuchamos en nuestras páginas, o Trashumantes (Guillermo Carnero Rosell), sugerente propuesta que recopila de forma íntegra material de archivo de Manuel de Cos, combatiente republicano durante la Guerra Civil que a mediados de los años ochenta comenzó a grabar con su modesta videocámara los movimientos sociales y conflictos migratorios que se producían en su entorno, siempre vinculados a su memoria vital y política, que expone en su ejemplar discurso con el que se cierra la película. Todavía vivo, no costaría imaginarlo recibiendo con su cámara la llegada de los mineros de ReMine a Madrid.
Antes de detenernos en la película ganadora, remarcar la presencia de cuatro largometrajes a concurso dirigidos por mujeres, cuatro viajes a distintas partes del mundo e incluso a algunos sorprendentes dentro del nuestro. Con Next Elia Urquiza retrata con su cámara siempre esquiva pero indeleble a la cruda realidad de las niñas aspirantes a actriz en Hollywood; en la que será una de las revelaciones del año, Maria Pérez se adentra a 4:3 en el archivo y la pervivencia del legado del artista Wolf Vostell con Malpartida Fluxus Village; en Game Over Alba Sotorra plantea, mediante el ejercicio de puesta en escena más apasionante y provocador del panorama, a la altura del complejo material que aborda, un retrato que oscila entre la fina caricatura y la identificación con su protagonista, un joven ex-soldado que regresa de Afganistán y su conflictiva adaptación a la realidad; por último, Ana Serret acompaña a un grupo musical de verbena en verbena en La fiesta de otros, de resultado más interesante en el plano atmosférico que en el narrativo, desigual y alargado en su conjunto.
Realizada desde cierto amateurismo en el más encomiable sentido del término, No me contéis entre vosotros propone un seguimiento abierto a la vida en fuga de un anciano interno de un centro de día, del que rehuye para trabajar el campo como huella de su integridad. La apuesta formal en blanco y negro de Isidro Sánchez camufla sus limitaciones técnicas, pero también da empaque a un conjunto que en su retrato del jornalero es capaz de adentrarse con mucho respeto y sensibilidad en el imaginario de una forma de vida en Andalucía que resiste a ser abandonada.
Dentro de una selección de cortometrajes que aunaba enfoques (y también resultados) tan dispares, más allá de las circunstancias actuales, quiso ser así que dos de los trabajos más impactantes pusieran su foco en el asunto de la inmigración y los refugiados. Hablamos de la premiada El juego del escondite, donde David Muñoz toma riesgos para convertir el aparente encargo de una ONG en un brillante juego metacinematográfico situado en un campo de refugiados sirios; y de Diario del hambre, en el que Mireia Pujol retrata en 16mm a los emigrantes que tratan de saltar la valla de Melilla, su voz y su intento en vano por un futuro, filmando a blanco y negro con una distancia fotográfica y humana intachable. Del resto de la selección que pudimos apreciar sobresalieron aquellos cortos que utilizan las formas del documental para experimentar con el sonido y el lenguaje audiovisual, como los notables Out, Ser o voltar, Sin Dios ni Santa María o Sinfonía de Galernas. Por el lado contrario, cabe destacar un ejercicio tan eficaz y académico como Reborn, que centraba su cámara con honestidad verité en la idiosincrasia de una peluquería que convive con la gentrificación del centro de Barcelona.
Entre otras sesiones, la programación se completó con un ciclo llamado 10 años no es nada, que aglutinaba títulos referencia de esta etapa dedicada al documental, una retrospectiva de la siempre estimulante y combativa obra video-porcina de María Cañas, la inexcusable proyección dedicada al centenario de Orson Welles y como cada año un homenaje a una figura destacada del documental español, en esta ocasión José Luis Guerin, que llegó de presentar su última película en el Festival de Locarno y al que en la gala de clausura se le pudo ver conversar en gran sintonía con Kichi, nuevo alcalde de Cádiz. El que también hizo acto de presencia fue Isaki Lacuesta, que se encontraba allí rodando una continuación de La leyenda del tiempo (2006). Quién sabe si volverá para presentarla, soplan vientos a favor de Alcances.