Del vacío y el deseo
“La poesía es la distancia entre el vacío y el deseo”, escuchamos resonar en una de las múltiples cartas que dan forma a Correspondências, la última película de Rita Azevedo Gomes, con la que plasma en imágenes la relación epistolar que mantuvieron los poetas portugueses Sophia de Mello Breyner Andresen y Jorge de Sena durante los más de veinte años de exilio de este último. A su vez, bien pudieran ser los temas que recorren las otras dos películas que integran esta primera crónica, ambas radicalmente opuestas en sus aproximaciones y resultados.
En Moka la protagonista asimila la pérdida de su hijo a través del deseo que su presencia genera entre sus presuntos asesinos, con Geschichte der Nacht Clemens Klopfenstein rueda en las calles de una Europa abandonada bajo la expectativa de encontrar el momento revelador antes de que llegue la luz del día. De algún modo en todas ellas, y citando de nuevo a Correspondências, “la muerte llega como ninguna otra carta”.
Rita Azevedo Gomes se resiste a encauzar en los estrechos límites del documental el poderoso material de archivo y literario del que dispone, por el que pareciera lleva preparando el proyecto toda una vida. Tal es así que moviliza antiguos compañeros, actores y confidentes, algunos con los que ya había trabajado en su larga carrera en el cine de Portugal, para llevar a cabo una poética reinterpretación de las cartas de Sophia de Mello Breyner Andresen y Jorge de Sena entre los años 57 y 78. Reflexiones tan crípticas y personales, marcadas por la desolación y el exilio, como abiertas al mundo y a su país. Así que en cierto modo, al igual que afronta su relación, también podría estar afrontando una historia del cine portugués que representa.
Ejerciendo un tratamiento cinematográfico inabarcable y repleto de variaciones formales, muy alejado del depurado ejercicio de estilo de su anterior filme, La venganza de una mujer (2012), la alumna aventajada de Joâo Bénard da Costa alterna tramos de tosca apariencia documental junto a pequeños retablos de ficción, lecciones de puesta en escena con las que extiende el eco de las cartas y su relación sin que pierdan su vigencia. Pero sorprende, en todo caso, que donde mejor resida el aliento poético del film sea dejándose llevar de manera cíclica por pasajes más propios del experimental en cuestiones de ritmo, luz y color, encontrando alivio y consuelo al texto con la imagen en 8mm.
Porque si el contraste casi radical de formatos en Correspondências se siente armonioso es por su profundo respeto a la materia prima, la palabra. Con las distintas voces en off que se encadenan e interpelan en varios idiomas, Rita Azevedo Gomes alimenta la conciencia de una Portugal dormida durante la dictadura. Da forma a la elegía de un país y de su pensamiento. Se reconoce en sus dilemas entregando una película triste como un océano, y por ello arrebatada de búsquedas artísticas que lo naveguen, por las que vuelve y se expande al mismo tiempo sobre sí misma. El material en celuloide se entrecruza (en ocasiones incluso se superpone) con las imágenes en digital, al igual que lo hacían las ideas y los sentimientos más profundos en las cartas, estableciendo una fascinante doble correspondencia, literaria pero también cinematográfica.
Se calcula que alrededor de 8.000 personas pueden llegar a disfrutar de las proyecciones al aire libre en la Piazza Grande, sin duda uno de los grandes atractivos del Festival de Locarno. O al menos así debería serlo. ¿Por qué entonces cada vez nos interesa menos a los cinéfilos que asistimos al festival? Ante todo, porque la exigencia de la selección se encuentra bajo mínimos. Aunque suele haber espacio para grandes clásicos y cine de autor, la mayoría de películas terminan simplemente por compartir un fuerte carácter comercial para todos los públicos, sin alcanzar valores cinematográficos suficientes como para que la experiencia resulte satisfactoria o relevante. A veces ni entretenida.
Aunque cueste creerlo viendo películas como Moka, el cine comercial para todos los públicos no está en absoluto reñido con el buen cine de género, la reflexión y el entretenimiento sin complejos. Adaptando a la best seller francesa Tatiana de Rosnay, cuyo material literario es el común al de una novela de aeropuerto (algo de lo que recordemos Alfred Hitchcock hizo todo un arte), Frédéric Mermoud, de quien tras su paso por la serie Les Revenants y después de haber estado a concurso en Locarno en 2009 se auguraba como mínimo mayor solvencia, traza de forma errática y con desgana la obsesión de una mujer (demasiado intensa Emmanuelle Devos) que descubre a los culpables de la muerte de su hijo en un atropello: una pareja que conducía un coche de color moka.
Merced a la torpeza del guión y del apresurado montaje, Mermoud se queda muy pronto sin incógnitas ni misterios que resolver, por lo que se dedica a jugar al thriller con el mando de la sobremesa. Bajo una dirección anodina que se rige de forma arbitraria para el espectador, entremezclando sin el más mínimo pudor a sus personajes (todos ellos por desgracia con menos profundidad que el lago Geneva donde transcurre la historia), no será hasta el enésimo giro tan efectista como morboso, con el único fin de estirar la trama, cuando Mermoud se agarre a un epílogo sentimental que nos confirma su incapacidad y la de la película para lidiar con la pérdida. En todo caso, lo mas grave es la sensación de que se estrenará en España antes que cualquier película a concurso del festival.
Objeto de una restauración por la Cinemateca Suiza (función que cumplen las filmotecas que no están paralizadas como la española), había curiosidad por descubrir una propuesta en apariencia tan radical y atmosférica como Geschichte der Nacht (1979), cuya escasa hora de duración finalmente revela tantas virtudes como limitaciones.
Con una fotografía en blanco y negro ampliamente contrastada, su director recorre cámara en mano diversas ciudades de toda Europa para filmarlas de madrugada, justo en el instante antes de que amanezca, capturando su fantasma. Y lo hace sin seguir un método fijo ni una estructura previa, lo que termina debilitando al film. Klopfenstein tampoco trabaja demasiado la capa sonora, limitada al espectro diegético de la realidad, ni el ritmo del montaje. Su cámara se detiene de igual manera en calles vacías y grandes edificios, estaciones de trenes y de autobús, locales de música y bares, buscando la nada y rostros callejeros indistintamente. Filmando sin saberlo el fin de una época previa al capitalismo extremo de los 80.
Co-producción entre Suiza, Italia y la Alemania Occidental, Geschichte der Nacht acaba conectando con las principales temáticas que movieron a la primera selección de cortos en 16mm que vimos dentro la retrospectiva dedicada a los años mas oscuros de la RFA. Filmes obsesionados por la remodelada arquitectura de la ciudad tras la IIGM, que revelan desde su puesta en escena la amargura y soledad de aquellos que la pueblan. En el caso de Werftarbeiter (Wolf Hart, 1951), también en blanco y negro y de aspecto documental, la imagen se detiene en los trabajadores de los astilleros y en la construcción de un gran buque, así como en su entorno amenazante, justo al contrario que en el de Schichten unter det Dunstglacke (Herbert Viktor, 1959), rodada en color como si de un idílico poema-ciudad sobre Oberhausen se tratara, que recorre las apariencias de la sociedad y la feliz vida de sus calles en lo que se extiende el duro turno del trabajador en la fábrica, cuya tarea omite. Un gesto que habla de forma más alta y clara que el resto de imágenes y su carácter de propaganda.
Pero si hubo un cortometraje extraordinario en fondo y forma, los anteriores pagan demasiados peajes con la visión oficial de la época, ese fue Verstummte Stimmen (Roger Fritz, 1962). Fritz filma las casas y edificios vacíos que resisten al tiempo junto al Muro de Berlín, que representa por medio de largos travellings, cargados de dolor y sentimiento de culpa, mientras en la capa sonora inserta conversaciones de la vida diaria en cualquier barrio de Berlín antes de la división: Niños jugando, señoras comentando recetas, parejas confesando su amor… Evocadoras escenas de vida que simula rodar, encontrando solo la nada a su paso, apenas un eco de aquellas voces silenciadas del titulo, en contraste con el abandono de los hogares y la brutal existencia del muro.