En muy poco tiempo el Festival de Cine Europeo de Sevilla ha sabido convertirse en un referente dentro del panorama de los festivales patrios, consolidando una programación tan coherente como exigente, repleta de esperadas premieres en España de títulos llegados desde Cannes, de Mimosas a La muerte de Luis XIV, pero también de nuevas y arriesgadas voces. El SEFF acoge año tras a año a una serie de autores imprescindibles con los que enriquecer nuestro canon cinéfilo, que nos obligan a repensar el panorama del cine europeo y español más independiente, al mismo tiempo que estrecha vínculos con la Universidad, la industria y la Academia del Cine Europeo, que aprovecha las fechas del certamen para anunciar las nominaciones de los Premios EFA en la capital hispalense.
En ese sentido, los grandes objetivos estructurales del Festival de Cine Europeo de Sevilla parecen estar cumplidos, incluso por encima de las propias posibilidades del festival y de la ciudad. El principal logro reside ahora en mantener ese interés cinematográfico y hacer crecer el atractivo de una programación que este año pone un mayor énfasis en las Resistencias del cine español, aquellos realizadores fuera de los cánones y del foco mediático que realizan un cine radical y vanguardista, películas reflejo de las frágiles condiciones económicas en las que se encuentra la industria cinematográfica en nuestro país, pero también fruto de la creatividad y las búsquedas formales de francotiradores que entienden el cine como una forma de resistencia. Que el público respalde estas películas, y consigan una notoriedad que trascienda al resto del curso cinematográfico, sería el broche a una edición repleta de alicientes sobre los que trataremos de profundizar en nuestras crónicas diarias.