Cine por encima de nuestras posibilidades
Miguel Gomes está atascado, casi angustiado. En Viana do Castelo un municipio cercano a la frontera con Galicia más de 600 trabajadores van a ser despedidos de los astilleros, una noticia que naturalmente copa las portadas de todos los medios. En el mismo lugar y al mismo tiempo, un paisano ha inventado un arma de fuego para combatir -con la ayuda de los bomberos- una plaga de avispas asiáticas que amenaza a la producción local. Ambos acontecimientos reclaman la atención de Miguel Gomes, un cineasta que aunque es consciente de ello se siente incapaz de establecer relación entre ambas historias, no sabe cómo contarlas, pero siente que tiene el deber de hacerlo. Ante esa encrucijada, la cobardía da un paso al frente y Miguel Gomes decide huir.
Así comienza Las mil y una noches la heterodoxa no-adaptación de Miguel Gomes del clásico literario que pretende atrapar el ánimo de Portugal durante el austericidio. Obviamente la huída del director nada más comenzar la película es un recurso, pero sirve en primer lugar para avanzarnos el tono de la película con la realidad y la ficción caminando de la mano; y en segundo lugar, sirve también para ceder el testigo a Sherezade quien se encargará de narrar las historia del “más triste país entre los países”.
El origen de las historias con las que en esta ocasión Sherezade entretiene al Rey está disperso por toda la geografía de Portugal. Un grupo de periodistas se encargó durante doce meses, entre 2013 y 2014, de recorrer el país para encontrar y recopilar distintas historias sobre la realidad de la población. Un población que sufría, en esos mismos meses, las consecuencias de un programa de austeridad injusto desde el punto de vista social -y más que debatible desde el punto de vista económico-. Así, con el incuestionable discurso de la tecnocracia europea presente -ya saben: no hay alternativa, se ha vivido por encima de las posibilidades, etc.- Miguel Gomes y su productora, la interesante O Som e a Fúria, decidieron demostrar que hay alternativa al menos a la hora de hacer cine y rodando “por encima de sus posibilidades” se embarcaron en una especie de superproducción independiente sin otro objetivo que buscar los límites para luego traspasarlos.
En una empresa tan encomiable el resultado final puede no ser perfecto, pero si debe ser sugestivo. Y de hecho lo es. Como ha comentado el propio Miguel Gomes en diversas entrevistas rodaron muchísimo material, tanto como dio de si el presupuesto, y sin una estructura previa cerrada fue a posteriori cuando dieron forma al proyecto acotándolo a una trilogía de unas seis horas de duración. Durante todo el metraje se mezcla el documental con la ficción para construir un imaginario de la crisis en Portugal que no distingue entre la realidad y la fantasía y que no tiene ningún motivo para hacerlo. Cada uno de los volúmenes: el inquieto, el desconsolado y el embelesado, aúnan historias diferentes pero que comparten tono, temática o más bien espíritu. En el primer volumen, el inquieto, hay un constante aire festivo y cómico. Muy evidente en el relato de la troika y su impotencia, chamán mediante. En el desconsolado, el segundo volumen, desaparece ese ambiente distendido por uno más pesimista con las historias del fugitivo Simao “sin tripas”, el perro Dixie y sobre todo la historia del juicio, quizá el relato más inspirado y redondo de todos. El volumen que cierra, el embelasado, sorprende porque rompe con una estructura que funcionaba por inercia y abandona la narración de Sherezade en favor de una comunidad de pajareros que monopoliza el relato para finalmente dejarlo acabar sin remache alguno.
Como decíamos el resultado no es perfecto, de hecho está algo descompensado, pero no podría ser de otra manera. Aunque analicemos los volúmenes por separado creemos que es en su conjunto, tomando como objeto la trilogía completa, como se entiende mejor la magnitud y virtudes del proyecto. De hecho no es baladí que las noches que narra Sherezade sean las centrales, un centenar a partir de la 437, ya que las historias de ese “triste país entre los países” que ocupan ahora a Sherezade son las que suceden, recuerden, entre 2013 y 2014. Cuando termina el tercer volumen a Sherezade aún le quedan casi 500 historias que contar, quién sabe si lo hará con relatos de otros países vecinos, también tenemos crónicas de la crisis para entretener a un Rey. Con todo, es evidente que los límites formales y narrativos que explora la película están demasiado lejos -los límites suelen estar en los extremos- y que el camino puede hacerse más o menos placentero según el tramo, en cualquier caso insistimos: la naturaleza del filme y su resultado final arrojan una cantidad de estímulos que no podemos sino celebrar. Las mil y una noches es uno de los artefactos cinematográficos más importantes de nuestra época.