Paul Thomas Anderson (Los Ángeles, California, 1970). Con tan solo 20.000 dólares rodó en 1993 el cortometraje Coffee and Cigarettes, que con la ayuda del programa de financiación del Festival de Sundance dio lugar a su primer film, Hard Eight (1994), a concurso en la sección Una cierta mirada del Festival de Cannes de aquel año. Tras superar ciertas dificultades para obtener el montaje final del film, desde entonces el control creativo sobre su obra ha crecido de manera imparable, convirtiéndose en uno de los cineastas más perfeccionistas de la actualidad.

Su impúdico y ampuloso retrato de la industria del porno norteamericana de los setenta en Boogie Nights (1997) sintetiza el porvenir una carrera que con Magnolia (1999) -película que nos da nombre- alcanza la cúspide de las historias cruzadas. Un formato que debe mucho a Robert Altman, del que fue asistente a la dirección en su última película antes de fallecer, El último show (2006). Las recientes Pozos de ambición (2007) y The Master (2012) le consolidan como un historiador inesperado de la América que se forjó entre sangre, mentiras, traumas y guerras a lo largo del siglo XX. El cine del siglo XXI es suyo.

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