Rendimos homenaje a una de las cúspides de la llamada edad de oro de la televisión, capaz de introducir un personaje tan complejo como Don Draper en una ficción en la que las mujeres son tratadas como el elemento fuerte, el asidero del mundo masculino. Y en el contraplano, la época de la historia norteamericana reciente más apasionante y llena de cambios
No resulta casual que Mad Men, cuyo leitmotiv principal no es otro que la desmitificación del American Way of Life -basado en la mentira, en la vejación de la mujer y en la fragilidad de los sueños-, empiece su andadura en 1960, año en el que se comienzan a cuestionar los modelos neoliberales existentes, y transcurra en el seno del mundo de la publicidad
El cuidado técnico y formal de Mad Men emparenta sus imágenes en belleza con las propias de un anuncio, pero la serie de Matthew Weiner se revela contra los otros principios que vertebran el medio publicitario. Mad Men es una serie entregada a la verdad
Una de las primeras cosas que llaman la atención de Hannibal es su gusto por la violencia, la más explícita y variada que hemos visto los últimos años en televisión. Bryan Fuller tiene la capacidad de crear imágenes oníricas y perturbadoras que realmente quedan impresas en la mente del espectador más allá del fundido a negro
Desde Tony Soprano a Nicholas Brody: un repaso a través de series como Dexter, Breaking Bad o Homeland, para descubrir que el enemigo vive en casa.