Lejos de tratarse de una sección menor como en otros certámenes, Cineasti del Presente supone uno de los grandes atractivos del Festival de Locarno. Sus búsquedas de nuevas visiones y talentos en óperas primas o segundas películas auguran no solo grandes cineastas, sino que entregan algunas de las obras más estimulantes del festival. Como fue el caso de Dream Land (puedes leer nuestra crónica en el siguiente enlace), aunque finalmente se quedara fuera del palmarés. Conversamos con su director Steve Chen (Chicago, 1981), arquitecto de profesión que ha encontrado en el cine y las imágenes su forma de hablar sobre la memoria de Camboya y la construcción del espacio, temas que centran una entrevista a la que además se une el director de fotografía Douglas Seok.
¿Cómo termina un arquitecto estadounidense rodando su primera película en Camboya?
Por accidente, así de simple. Estaba en Camboya haciendo una investigación sobre el New Khmer Architecture, un tipo de arquitectura que se hizo durante los años 50 y 60. Hay varias películas sobre ese periodo en Camboya, una de ellas se llama Don’t Think I’ve Forgotten, sobre el rock en Camboya y aquella época. Mi productor asociado Davy Chou realizó un cortometraje titulado Le sommeil d’or, que trata los años dorados del cine camboyano, entre 1960 y 1975. Había mucho interés sobre ese periodo de antes de la guerra. Yo estaba allí investigando sobre arquitectura, pero con el tiempo me di cuenta que cada vez estaba menos y menos interesado en hacer un documental formal sobre el tema, estaba más interesado en el presente y en lo que yo mismo estaba experimentando.
Aparte, Phnom Penh cambiaba muy rápido y empecé a estar cada vez más atraído misteriosamente por esas ciudades satélite, ciudades fuera del centro de la ciudad que son algo así como pueblos fantasma que han sido abandonados. La gente ni siquiera se había mudado y ya tenían aspecto de ruinas inhabitadas. Para mí era un espacio espectacular y tenía que grabarlo de alguna manera. Primero fui un mes, luego unas pocas semanas. En realidad tardé algún tiempo en empezar a grabar. Hice la película en 2012, aunque mi primer viaje fue en 2009, pero estaba trabajando al mismo tiempo, así que era un poco complicado.
Tengo entendido que la producción de Dream Land se hizo en muy poco tiempo, pero en cambio hay un gran trabajo cinematográfico detrás ¿Cómo fue el rodaje?
Creo que fueron unos 16 días de rodaje. Es gracioso, en mi cabeza estaba todo muy claro, pero la verdad es que a muchos de los lugares llegábamos como una hora o dos antes de empezar, decidíamos entonces lo que íbamos a grabar y rodábamos. Creo que lo que teníamos era mucha convicción en ciertas cosas. Nosotros no grabamos todos los días, es lo bueno de tener un equipo genial, pequeño pero muy flexible y astuto. Yo solo soy una parte del puzzle, todo el equipo tiene mucho que decir. Así que simplemente cogemos esas piezas y encajan con fluidez.
Douglas Seok (Director de fotografía): Creo que Steve tenía bastante claro lo que quería, además de toda su investigación previa, así que cuando llegábamos a las localizaciones ya teníamos la idea, solo debíamos encontrar la posición adecuada, la atmósfera… Sin duda teníamos un gran equipo.
Steve Chen: En alguna ocasión rodamos bastantes tomas, pero en general seguimos una técnica clásica de los proyectos de bajo presupuesto, tomando planos magistrales todo el tiempo (risas).
DS: Pero era importante que esos planos magistrales fueran relevantes e interesantes, no simplemente elegir cualquier cosa.
SC: En el fondo es como si la cámara en cada toma estuviese descubriendo el espacio, de la misma manera que lo hacemos nosotros o que lo hacen los personajes.
DS: Lo que yo encuentro más interesante es activar el espacio, incluso cuando teníamos un plano fijo algo se mueve: los personajes, la luz, ciertos elementos, reflejos.
El drama interior de la protagonista se muestra a través de los reflejos de las ventanas, las luces nocturnas. ¿Qué buscabais transmitir con la dirección de fotografía? En muchas de las imágenes ella es como una prisionera de la ciudad.
La ciudad en sí es muy ruidosa, hay muchas construcciones y creo que se puede oír parte de ese ruido en la película. Yo quería representar la ciudad de manera opuesta al típico retrato de Camboya. En lugar de eso yo quería grabarlo como un espacio totalmente clínico, algo muy hermético, sofocante. Lo que es irónico porque los edificios en realidad transmiten transparencia y espacios abiertos, pero para mí era todo lo contrario. Hay algo sobre el proceso de modernización que refleja una sensación de sofoco que creo que influye también en los aspectos visuales.
DS: Creo que queríamos hacernos eco del personaje. Y como has mencionado antes, no es tanto una cárcel, pero sí tiene algo de asfixiante como lo tienen las repeticiones de su vida, su relación, su trabajo también. Queríamos capturar esa sensación pero también mostrar el espacio y crear ese ritmo.
La protagonista está alienada pero todavía no lo sabe. ¿Por qué la idea una mujer despertándose de la sociedad?
Sabía que la protagonista tenía que ser una mujer por dos motivos. Primero porque siempre me gustó rodar personajes femeninos, parecen más profundos que los hombres. Como hombre puedo decir que las mujeres son mucho más complejas. Pero en segundo lugar porque ellas tienen muy poca representación en Camboya. No sólo en cuestiones cinematográficas, en general tienen dificultades para tener su propia voz. La mujer está aún bajo una cultura muy tradicional donde debe servir al hombre.
Durante la noche reflexiona sobre su vida, aunque ella no sabe bien lo que pasa por su cabeza ni es capaz de expresarlo. Una de las claves de la película es el respeto e interés que se presta a sus sentimientos, aún pareciendo superficiales.
Imagino que puede parecer superficial vista desde fuera, sobre todo si nos fijamos en sus intereses frívolos propios de la cultura pop. Camboya es un país joven, un país naif, naif en términos de amor, así que esas cosas que pueden parecernos absurdas a nosotros les transmiten autenticas emociones. El éxito de los vídeos musicales, los karaokes, es un reflejo real de cómo piensa la gente. Era la manera natural de construir el personaje. Por supuesto comencé desde mi propio modo de pensamiento para crear una mujer dinámica, introvertida, con muchas capas de personalidad. Pero una de esas capas, quizá la más dominante, es su sensibilidad para conectar con sus emociones. Y creo que para la actriz es igual. Cuándo está llorando en la película es real, es algo que tiene que ver con sus propias experiencias. He visto la película con gente de Camboya y muchos de ellos, si no todos, me han dicho que en esa escena sienten que ellos mismos son los que lloran. Es diferente para mí, yo no lo siento igual.
Ella llega a analizar un vídeo de karaoke con el que se siente identificada. Tú también introduces el vídeo dentro de la película como reflejo de sus sentimientos, llegando posteriormente a convertir su vida en uno.
Sí, en la escena cuando van montados en el barco. Nada más verla, mi montador y yo pensamos que necesitábamos títulos de karaoke sobre ella. Es una de las imágenes más pintorescas que tenemos, la película no tiene muchos de esos “planos hermosos”, así que pensamos: “Vamos a meternos de lleno” (risas). De esta manera también mostramos dos caras opuestas, por un lado te damos exactamente lo que quieres: que sea todo muy pop; y al mismo tiempo no te damos nada de lo que quieres: es la parte oscura. El trozo del vídeo musical fue un ejercicio de traducción, porque está ella describiendo las imágenes pero a veces conectan, otras no. Y por supuesto hay mucho de este elemento de desajuste entre imágenes, sus realidades, los sueños que tienen, si el novio existe en la película o es sólo parte de su imaginación. Me gustó exponer juntas todas estas cosas.
Te deja libertad a pensar si es un sueño, una ilusión. Las imágenes muestran algo que no sabemos hasta qué punto es real.
En la manera en la que rodamos al novio, puede ser real o producto de su imaginación. O bien puede existir solo en sus recuerdos. Yo mismo a veces ni siquiera lo sé. Pero bueno, si quieres leer la película de modo simple y directo, todo puede ocurrir de manera cronológica, le damos esas opciones al espectador.
La película está dividida en dos partes, la vida en la ciudad de la protagonista y su búsqueda de la naturaleza. Pero la segunda parte también funciona como un viaje a la memoria del país, sus tradiciones. ¿Qué buscas tú como cineasta en ese viaje?
Es como estar pasando por una ruptura. O como cuando intentas redescubrir el por qué de algo en tu vida. Terminas repitiendo muchas cosas, a veces cuanto más intentas no pensar en algo más acabas pensando en ello. La idea es que los sentimientos no pueden escapar al pasado. Nuestros recuerdos vienen durante la noche y cuando amanece desaparecen. Es la idea que especialmente quería retratar en la segunda mitad de la película, hablar sobre el pasado. Creo que la mayoría de los artistas o cineastas en Camboya quieren lidiar con su historia, pero estamos inclinados a hablar de ella como un elemento de ficción. Para nosotros la película trata de lidiar más con un proceso de memoria. Hay algo en la naturaleza que es completamente diferente a lo que se experimenta en la ciudad. En la ciudad te olvidas de que existe ese legado, especialmente en la ciudad que vemos en la película resulta muy, muy difícil recordar de donde venimos. Aunque por supuesto mucha de la gente que sobrevivió al genocidio sigue viva, no oyes hablar de eso en las calles, beben café, hablan de sus citas, de su familia. Queríamos tratar con sensibilidad esos temas, pero hay que encontrar una manera de decirles con delicadeza: Esta es vuestra historia, necesitáis recordarla.
El acto de recordar y la sensación de olvido forman parte de los diálogos, son aspectos fundamentales.
Olvidar y recordar son elementos intrigantes para mí. El cine es fotografía y tenemos la figura del novio que es fotógrafo, pero aún así esto no ayuda a recordar, incluso puede conducir a lo contrario. Hablamos mucho de la manera en la que rodamos, resistiéndonos a buscar la imagen perfecta, porque nos dimos cuenta que así no podíamos contar la verdad. Tratamos de crear tanta oscuridad en las imágenes como nos fuese posible, era la manera de quizá adentrarnos en lo que queríamos contar. Es muy difícil hablar sobre el pasado, tomar partido al respecto, por eso todo es tan oblicuo. Cuando crees que has llegado a algo quizá estés aún muy lejos de la verdad. No hay claridad.
En la primera parte de la película ella visita casas sofisticadas y en la segunda se adentra en palacios y lugares abandonados. Es un proceso muy emotivo para ella, pero al mismo tiempo sirve para decir mucho sobre la propia Camboya.
Es cierto, de hecho parte de nuestra investigación trataba de descubrir muchas de estas casas y terminamos grabando un gran numero de ellas. La película es casi una clasificación de la arquitectura en Camboya.
Como arquitecto supongo que era muy importante para ti preservar la arquitectura tradicional del país en tus imágenes. Pero al mismo tiempo criticas con ironía las nuevas megalópolis que están haciendo olvidar nuestra tradición a lo largo de todo el mundo, incluyendo incluso un vídeo corporativo.
Exactamente, es algo que lleva tiempo ocurriendo en el mundo, no es nada nuevo. Intento no hacer juicios sobre lo que está pasando en términos arquitectónicos en Camboya, aunque por supuesto emito de manera implícita una valoración en el momento que ruedo unas imágenes o las ordeno de cierta manera. No voy a rodar un edificio que no me guste por cualquier motivo, pero hay algo fascinante en estos espacios, hay algo espiritual en los edificios modernos muy diferente a lo que los camboyanos están acostumbrados. Ellos suelen vivir en horizontal, no en edificios altos, no están acostumbrados a vivir en el aire. Esto cambia la perspectiva por completo, en horizontal y vertical, crea una respuesta psicológica sobre cómo responder ante estos espacios.
En el vídeo corporativo hay mucha ironía, es increíblemente feo pero no lo hice yo, aunque sea de locos existe, más que un edificio parece una nave espacial. En este sentido, como arquitecto simplemente puedo observar lo que está pasando y empujar, empujar no en términos políticos pero sí de forma cinematográfica. Luchar contra ello, contra el progreso o la modernización, es una forma de intensificar la guerra y sus consecuencias. Si la gente construye todos estos nuevos edificios pero lo impedimos por preservar el pasado, se terminaría combatiendo una fuerza con otra fuerza igual de opuesta, pero no se conseguiría cambiar la dirección de lo que va a ocurrir. En el fondo no estás realmente preservando el espíritu de lo viejo sino creando uno nuevo. Tenemos que intentar hacer las cosas de manera diferente, es un proceso muy complicado, pero en lugar de luchar contra la modernidad, tenemos que lidiar con la memoria.
Dijiste que habías llegado a la película por accidente, ahora tienes una productora, te estás desarrollando como cineasta. ¿Estás trabajando en un nuevo proyecto en Camboya?
Tengo una compañía en Camboya (Anti-Archive) en la que trabajo junto a Davy Chou y Kayich Neanf, un joven realizador camboyano. El objetivo es ayudar a promover a los nuevos cineastas de Camboya, alzar su voz y llevarlos a la luz pública. Tienen muchas historias que contar, especialmente porque tienen la energía que no pudo tener la generación anterior, tienen internet y ven mucho más cine ahora. Tienen una gran voluntad de contar historias locales. Ese es uno de los proyectos. Por otro lado tengo mi propia compañía en California y ambos mundos tienen elementos en común, es algo que no puedo evitar, soy un arquitecto y realmente no puedo escapar a eso. Espero que en el futuro sea algo más sutil (risas).
Dream Land deja la sensación de que puedes expandir tu campo creativo al videoarte.
Realmente no me importa el medio, estoy trabajando en una colección de vídeos artísticos y fotografías que lidian con los mismos elementos de preservación de Camboya. Mi próximo proyecto será en Orange Country, sobre aspectos espirituales americanos, pero también con espacios banales, suburbios. En general pensamos en el espacio como fondo de un personaje en una historia, pero para mí eso no es lo relevante, lo realmente importante es la clase de sensaciones que transmite. Así que en lugar de dejar el espacio como fondo, el espacio se convierte en el elemento principal y los personajes son el trasfondo. Para mí consiste en invertir la relación. De nuevo creo que es porque los arquitectos siempre estamos pensando en el entorno, que la gente a veces ignora.