Enamorado del pasado

El realizador Charlie Lyne fue siempre un enamorado del cine juvenil americano. Beyond Clueless no es ni un collage de escenas capaces de proponer una historia diferente, ni un proyecto nacido con la intención de desentrañar la esencia del género: se trata, más bien, de un repaso a las obras más veneradas por el realizador como si se tratase de la visita a un museo. Los guías de esa visita no son otros que la voz de Fairuza Balk como narradora, uno de esos rostros visibles del cine adolescente de los noventa, y también la propia mirada alucinada de Charlie Lyne.

El repaso sigue un orden conciso por riguroso orden cronológico, en un período muy concreto que recoge el final de los años noventa hasta lo más granado de la primera década del nuevo milenio. En cierto modo, la diminuta franja temporal escogida hace pensar en un cierto ensimismamiento del autor que, en lugar de formalizar un homenaje al cine que le gusta, parece que estuviera jugando con sus imágenes como cuando un amigo intenta, con el mando de la tele en mano, transmitirnos su pasión por algo que nos resulta del todo ajeno. Lyne señala ciertas escenas, resume el cine al que tanto cariño tiene a través de sus escenas más significativas.

Pero ese amor que siente Lyne no traspasa la pantalla; sería casi como pretender amar a otra persona a partir de una fotografía suya. La narración de Fairuza Balk, escrita por el propio autor, trata de engrandecer las condiciones morales de los argumentos de aquellos filmes adolescentes; insistir en su naturaleza de mito moderno, de cómo son capaces de explicar el mundo actual a través de sus metáforas. Lo cierto es que el texto, cuando no cae en la sobreinterpretación o en la complacencia, se limita a describir aquello que ya estamos viendo a través de las imágenes del propio filme. En cierto sentido, Charlie Lyne ha terminado por perpretrar una inocente operación de marketing, casi sin saberlo.

Puedes ver Beyond Clueless hasta el 9 de julio en el siguiente enlace.