Lo mejor de 2013: Top 20

2013

Llegamos al juego favorito de la crítica cinematográfica. Y el juego más serio, también. Este es el resultado de la votación de la redacción de Revista Magnolia entre todas las películas estrenadas en 2013 en salas comerciales de España. Ante la complejidad de resumir doce meses y diez intensos números en unos pocos renglones, toda lista también puede quedar definida por sus ausencias. Las excelentes películas de Miguel Gomes, Rob Zombie, Olivier Assayas, Bernardo Bertolucci, Pablo Larraín, Nuri Bilge Ceylan, Denis Villeneuve, Hong Sang-soo, Michel Gondry, Drew Goddard o Hirozaku Koreeda son algunas de las nuestras, que con probabilidad darían para otra lista igualmente significativa.

Por ello, al aumentar el número del listado a veinte lo hacíamos conscientes de la relevancia que debíamos dar al importante número de estrenos relevantes en nuestro país, aunque en demasiadas ocasiones estos hayan llegado con años de retraso o poca distribución en el mejor de los casos. Al centrarlo en los estrenos en España se limitan las opciones, pero se establece un baremo común para todos, así que pese a que el estado del cine vaya a otro ritmo, bastante más alejado de las salas comerciales, desde Revista Magnolia no queremos dejar de estar en movimiento y posicionarnos. Lo hacemos con un montaje de video (obra de Gonzalo Ballesteros) junto al comentario de veinte películas (+1) que han guiado, marcado o aumentado en gran medida nuestra experiencia como escritores y espectadores durante 2013.

SPRING

Escrito por Gonzalo Ballesteros

2013 ha sido un año duro para el viejo y conservador papá Disney, su pequeña Hannah Montana ha aterrizado en la madurez interpretativa con un carácter provocativo con más esperpento que criterio y ha acabado exhausta, a juzgar por el constante pendoleo de su músculo bucal. Por si esto fuera poco, otras cuantas de sus hijas se han visto malinfluenciadas por un chico habituado a los malos vicios como es Harmony Korine.

El morbo de este “Disney desvirgado” y la vuelta a la acción de Korine tras su letargo autoimpuesto, crearon muchas expectativas ante el estreno de Spring Breakers. Sin duda el hype de este año y una de las películas más debatidas. Entre toda la vorágine no hay que despreciar sus méritos, la radiografía sin moraleja de la juventud norteamericana y la acertada reinterpretación del sueño americano como pesadilla porno-pop.

19

Crítica

Escrito por Antonio M. Arenas

“We want to be free to do want we want to do!
And we want to get loaded!
And we want to have a good time and that’s what we’re gonna do!”

Gary King, The World’s End

Cuando ya era un chiste pasado de moda, que dos comedias de constantes a priori alejadas como Juerga hasta el fin (This is the End, Evan Goldberg & Seth Rogen, 2013) y Bienvenidos al fin del mundo (The World’s End, Edgar Wright, 2013) afrontaran el Apocalipsis podía ser visto como un reto absurdo. Que ambas compartan múltiples rasgos y, lo que es todavía más importante, una rebeldía, trasfondo ético y camaradería que constituyen su propia razón de ser, sin duda suscita un relevante interés, seguro mayor que el empeño que pusieron sus distribuidoras en España en darlas a conocer.

Dos grupos de amigos por encima de la treintena y un propósito como cualquier otro, reunirse para beber, pasarlo bien y hacer una película, si es que en el fondo no fuera lo mismo. En el film de Edgar Wright, tercero y definitivo de la trilogía Cornetto, sus personajes recorren todos los pubs del pueblo en el que crecieron para tomarse una pinta en cada uno de ellos. En el de Rogen y Goldberg, la excusa auto-paródica con la que protagonizan la película es una desmadrada fiesta en casa de James Franco como espejo deformado de su vida real en Hollywood.

Wright, de nuevo junto a Simon Pegg al guión, despliega su habitual mezcla de géneros, adornada con coreográficas secuencias de acción en las que se encuentra cómodo. No sin caer preso de un sentimiento nostálgico similar al de su protagonista, deja referencias y guiños a las dos partes anteriores, por los buenos tiempos. En Juerga hasta el fin sus autores, que en cierto modo lo son cada uno de los actores que aportan una máscara de su vida, dilatan el tiempo en casa de James Franco con todas las ideas más destructivas que no podrían caber en ninguna otra película, como la presentación de Danny McBride, el exorcismo de Jonah Hill, la suecada segunda parte de Superfumados o el ya célebre deseo final. Una conclusión que no podía ser más apropiada en su emplazamiento celestial como solución posible para conservar la fiesta del presente durante la eternidad.

Mientras que la casa de James Franco acababa siendo el último refugio del infierno en la tierra, las consecuencias del discurso de Gary King nos dan la bienvenida al fin del mundo en el que sus personajes resisten frente a una sociedad lobotomizada. Por ello, se antoja necesario destacar que ambas películas desvelan su profunda incertidumbre ante el cambio generacional al que se aproximan, la asumida infelicidad de sus roles, el miedo a ser malas personas (o robots sin personalidad) y la catástrofe que (en el cine) puede desencadenar su libre albedrío como creadores, aunque en el fondo solo quisieran divertirse. Desde aquí agradecemos la valentía de su reflexión, que trasciende del cine de entretenimiento al compromiso creativo.

18

Escrito por Gonzalo Ballesteros

Xavier Dolan ha decidido sacudirse la etiqueta de niño-prodigio y joven promesa con una producción prolífica al ritmo de película por año. Así, mientras ultima su quinta película, prevista para este 2014, pudimos ver en Cineuropa su cuarta película, Tom a la fèrme, en el mismo año que se estrenó en España la que nos ocupa, su tercer film: Laurence Anyways.

Una obra ambiciosa tanto por fondo –narra la vida de un transexual en la década de los 80 y 90- como por forma –la extensa construcción narrativa se alarga hasta 165 minutos de metraje-. Con aciertos y errores, lo más destacable es la puesta en escena y el poderío visual que posee Dolan, que por sensibilidad e imaginación podría equipararse a un Pedro Almodóvar inspirado.

17

Escrito por Antonio M. Arenas

Lejos de ser tan solo otra película de casas encantadas, o quizá siendo la definitiva, Expediente Warren: The Conjuring aborda los demonios y fantasmas que nos persiguen con el tiempo, los miedos a los que nos exponemos a oscuras en la gran pantalla. Es una obra de profundo conocimiento de las claves del género y de aún mayor virtuosismo técnico, con la que James Wan se confirma, a golpe de deslumbrante plano secuencia, como el último artesano del terror y renuncia a serlo al mismo tiempo. Que esté inspirada en un caso real era solo el ingrediente perfecto que faltaba para que se convirtiera en un fenómeno, lo valioso se encuentra en el lugar al que nos transportan los fantasmales planos/contraplanos, en su inmersión en la oscuridad jugando a las palmadas y, sobre todo, en el reflejo en el espejo de un último y profundo horror que no deberíamos mirar, pero no podemos evitar hacerlo.

16

Crítica

Escrito por Pedro Villena

El lado bueno de las cosas destacó este año por sus ocho nominaciones a los premios de la Academia, un “éxito” que en otras películas puede no sumar, pero en este caso es destacable al tratarse de una comedia romántica, ese género tan denostado que parece condenado a carecer de calidad. Al final sólo rascó Jennifer Lawrence por su papel de Tiffany, la atenta y acertada dirección de actores de David O. Russell puede explicar el primer Oscar en la carrera de esta joven actriz. Pero la película es reivindicable por más razones, entre ellas la dirección cámara en mano que hace vibrar el guión, la credibilidad de los diálogos, su galería de personajes, el buen uso de la música y la puesta en escena. En definitiva una comedia romántica, sí, pero que rompe moldes, estereotipos y es capaz de contagiar emoción y calidez.

15

Crítica

Escrito por Pablo Vigar

“Usted sabe que es sólo una película. Ellos sabían que iban a morir”

Probablemente no haya habido este año una película más conscientemente provocativa que el documental sobre el genocidio que siguió al golpe de Estado llevado a cabo en Indonesia en 1965. La cinta se pone en el lado –que no del– de los responsables de dichos crímenes, concediéndoles libertad absoluta para que recreen sus acciones para la pantalla. Todo es ficticio, pero en realidad no lo es. La cuadratura del círculo llega en forma de los testimonios de los protagonistas en aquella y ahora en esta ocasión, que afirman que fue precisamente el cine que ahora les da voz el que les impulsó, figura del gangster mediante, a actuar del modo en que lo hicieron: el acto de matar, junto a los hombres responsables de (re)producirlo.

14

Escrito por Pedro Villena

¿Qué habría pasado? La eterna pregunta que nos confronta con el destino adquiere dimensiones astronómicas cuando pensamos en la (no) carrera de Sixto Rodríguez, la leyenda “anti-stablishment” de la Sudáfrica del Apartheid que, inconsciente de su fama, trabajaba como obrero de la construcción en Detroit. Un sabio que según sus compañeros glorificaba todo lo que hacía, incluso las pequeñas reparaciones del hogar. La leyenda de Rodríguez cobró tal magnitud a miles de kilómetros de donde se encontraba que algunos tuvieron que darle por muerto en extrañas circunstancias.

Menos mal que hay locos enamorados de la música dispuestos a desenterrar a un muerto que todavía respira. Una aventura detectivesca documentada por Malik Bendjelloul con la precisión de quien ofrece un regalo a un melómano. Hay que desenvolverlo sin apresurarse, disfrutando del momento. Luego lo de convencerte ya es cosa de Sixto.

13

Crítica

Escrito por Antonio M. Arenas

Calificado de menor, o en todo caso “correcto” remake de Cuentos de Tokio (Yasujiru Ozu, 1953), el respeto integrista a la obra maestra del cineasta nipón ha impedido absurdamente reconocer los méritos, e incluso la saludable existencia, de Una familia de Tokio. Desde su respeto y modestia adaptando escrupulosamente el texto original, lo que en todo caso siempre supone un placer, Yôji Yamada desvela y encuentra la importancia de trasladar, casi de manera literal, el mensaje del film de Ozu al Japón actual.

En el tránsito por sus imperecederos pasajes descubrimos cómo los trenes se renuevan y las ciudades crecen, pero las familias no cambian. Sin aspirar en balde a imitar la poética de Ozu que describía David Bordwell, pero afrontando en fondo y forma su conflicto entre tradición y modernidad, la invisible puesta en escena logra precisamente que las pequeñas variaciones de Yamada se antojen reveladoras: El fantasma de Hiroshima sigue presente para un país en eterna catástrofe nuclear, pero en especial, el cambio de rol del hijo fallecido en la Segunda Guerra Mundial por un joven sin trabajo fijo ni aparente futuro, describe la grieta generacional en la que la sociedad se encuentra. Una generación, la nuestra, a la que en el contacto con sus raíces propone como último atisbo de esperanza. Sería una agradable noticia que de nuevo o cada sesenta años, el texto y la evocación de Ozu volvieran a nuestras pantallas con tanto tacto, emoción y buen gusto, perviviendo así en su respectivo tiempo, dispuesto a replantear y orientar nuestra labor como sociedad.

12

Crítica

Escrito por Pablo Vigar

Si en Oldboy (2003) el protagonista se abría paso por un pasillo blandiendo un martillo a diestro y siniestro, en la primera incursión del director Park Chan-wook en Hollywood es el cinturón el objeto empleado como arma predilecta y mortífera. La utiliza el tío Charlie, heredero directo del mismo personaje de La sombra de una duda de Alfred Hitchcock, cuya fortuita aparición tras la muerte de su hermano va a venir a poner patas arriba la existencia de su recién enviudada nuera y, sobre todo, de su singular sobrina, India. De impecable aspecto visual, la tensión se apodera de un relato cuyo guión se permite dar una vuelta de tuerca a la historia del director británico, introduciendo perversos elementos del cine de Chan-wook que encajan con la misma facilidad y finura con la que el tío Charlie se desabrocha el cinturón ante el atento acecho de una cámara y un perfecto travelling circular filmado con nervio de acero.

11

Crítica

Escrito por Antonio M. Arenas

No es hasta llegados los títulos de crédito de Amor (Amour, 2012) cuando el espectador, si puede bajo la almohada, retoma las imágenes en su memoria y cae en la consideración de que el inevitable final estaba presente en el prólogo. Como el de cada uno ya está escrito el día de nuestro nacimiento. Michael Haneke es sádicamente honesto con un film intachable, cuyos actos cruzan lo insondable de la vejez, algo que Javier Pérez resumía en nuestras páginas como “una gran historia de compromiso, perseverancia, de amor; un insoportable ejercicio de crueldad y una película preciosa”. Para qué añadir más si tampoco lo podemos cambiar.

10

Escrito por Pedro Villena

No han pasado ni cinco minutos de metraje de La gran belleza y un japonés acostumbrado a ver la vida a través del objetivo de su cámara se ha descuidado y ha caído fulminado víctima del Síndrome de Stendhal. ¿En qué otro lugar podría colapsar el ser humano ante una insoportable acumulación de belleza? Solo allí donde las piedras milenarias conservan una inmarchitable sensación de nostalgia. Los que hoy las observan e intentan impregnarse de su esencia son seres perecederos, artificiales, estirados hasta límites insospechados y deudores de un hedonismo que sustituye el arpa por la música de Rafaela Carrà.

Entre estos dos mundos pasea elegantemente vestido Jep Gambardella, un escritor reconvertido a periodista que entre lo prosaico y lo místico pretende encontrar una razón por la que reconciliar la decadencia pudiente con la magnánima paz de la ciudad que llaman eterna. Si para muchos en A Roma con Amor (2012) Woody Allen había hecho una postal de la capital italiana, con La Gran Belleza Paolo Sorrentino ha terminado de escribir su necrológica.

09

Crítica

Escrito por Antonio M. Arenas

Entendiendo To the Wonder (2012) como una obra total sobre un concepto que resulta difícil no se escurra de nuestros dedos como el amor y el amar, de existir un único cineasta en el mundo al que se le pueda y deba permitir llevarnos junto a él en su búsqueda, ese sin duda es Terrence Malick. Dispuesto a experimentar nuevas sensibilidades, musicalidad y ángulos cinematográficos tras el logro que supuso El árbol de la vida (2011), desde el primer momento eleva el tono a un rango inalcanzable e incluso insostenible para cualquier otro director, en el que, como definía a la perfección Gonzalo Ballesteros en su crítica, “las rimas constantes de su montaje y esa apuesta por mostrar los sentimientos de las personas haciendo referencia a la naturaleza –el sol entre los árboles para reflejar plenitud– hacen de su película un monumento visual que lejos de ser impostado o artificial, encaja como un puzzle“. No sabemos bien cual será ya el significado correcto de obra maestra, pero de haberlo, debe estar cerca de lo que Malick intenta.

08

Crítica

Escrito por Pablo Vigar

Ya sea debatiendo alrededor de una mesa sobre el verdadero significado de Like a Virgin, conversando sobre cómo llaman al cuarto de libra en París o sobre la naturaleza de ratas y halcones en la Francia ocupada, el cine de Tarantino siempre se las ha arreglado para armar, alrededor de conversaciones aparentemente triviales, secuencias de altísimo nivel. En la última contribución del director tanto al cine como a su propia y personalísima filmografía hay una escena genial, y en sintonía con todo esto, en la que unos adalides del Ku-Klux-Klan protestan, por motivos funcionales, por los agujeros hechos a sus capuchas. El resultado es hilarante.

Veinte años después de su ópera prima, el enfant terrible de Hollywood demuestra con una historia de esclavitud y venganza que sigue en la cima de su pico creativo, que el western merecía ser tocado por él y, sobre todo, que el descubrimiento que hizo de Christoph Waltz fue uno por el que le estaremos eternamente agradecidos.

07

Crítica

Escrito por Antonio M. Arenas

De José Luis Garci a Ricky Gervais, por centrarnos en el post-humor, no son pocas las voces que afirman Woody Allen ha dejado de reír, que sus comedias ya no son tan brillantes ni gozan de aquellas frases memorables que nos sacaban una carcajada. No seremos nosotros quienes compartamos su opinión, al menos en lo que a su cine se refiere, pero como acertadamente apunta Gonzalo Ballesteros en su crítica, tenía que ser “con su película más nihilista con la que muchos han vuelto a creer en el genio de Brooklyn”.

Su narración a base de flashbacks, que brotan como un dolor de cabeza que no encuentra arreglo ni cura, nos adentra en la mente de una mujer engañada a sí misma y al estigma que le producen sus atisbos de lucidez. Como víctima y parte de la crisis financiera, la lectura brillante del personaje se encuentra en su capacidad para proponer una doble mirada paródica, tanto cómica como dramática a la crueldad de sus lujosos recuerdos, en paralelo al vulgar intento de una nueva vida junto a su hermana. Y esa perfecta habilidad en el trazo sigue estando a la altura de muy pocos. Blue Jasmine es el reverso gris, sin esperanza en el amor ni redención social posible, de Alice (1990). Propia de un Woody Allen más acorde que nunca con nuestros tiempos, recordando, no sin cruel ironía, que ya no tienen ninguna gracia.

06

Crítica

Escrito por Antonio M. Arenas

Antes de que viera la luz, Gravity ya era un hito tecnológico. Para que también suponga uno cinematográfico debemos estar a la espera de lo que el tiempo nos pueda decir al respecto. El carácter de su visionado, en 3D o no, nos obliga a emitir sentencia sobre el rigor de una experiencia. La ingravidez de su puesta en escena y los flotantes movimientos de cámara, en extraordinarios planos secuencia guiados por Emmanuel Lubezki, contrastan con una historia mínima cuyo sentimentalismo difumina el relato de supervivencia en el espacio. En su crítica, Javier Pérez definía el cine de Alfonso Cuarón como “un cine del movimiento”. Y deslumbrando como tal, filma una montaña rusa sin respiro, que en sus más fascinantes pasajes nos somete a la sensación de soledad plena y al genio de regalarnos una secuencia onírica en plena odisea. Sí, ya podemos decir que el cine estuvo allí, donde la luna de Méliès alcanzaba la vista.

05

Crítica

Escrito por Pablo Vigar

En toda gran historia iniciática debe existir un desgarro brusco con la realidad circundante que permita romper con la inocencia de los años mozos, para adentrarse, sin posibilidad de desandar lo andado, en la edad adulta. En Mud esta condición viene dada por el personaje de un Matthew McConaughey que en su madurez propia ha encontrado la interpretativa. El resto no es menos valioso: la América profunda como escenario de costumbres y usanzas fijas, subrayado además por una banda sonora extraordinaria, la confirmación del talento de Jeff Nichols, un tratamiento ejemplar de los secundarios –véase el caso de Sam Shepard, motor del conflicto generacional– y la brillante elección de dos niños que no desentonarían en la pandilla de Cuenta conmigo (Stand by me, 1986) ni formando cuarteto con Tom Sawyer y Huckleberry Finn.

04

Crítica

Escrito por Gonzalo Ballesteros

No podemos negar que quienes publicamos bajo la cabecera de Magnolia estamos especialmente predispuestos a alabar el cine de Paul Thomas Anderson. El norteamericano es un clásico de otro tiempo y película a película no deja de darnos argumentos para apreciarle. Con The Master continúa su particular historia de Estados Unidos iniciada con Pozos de Ambición, sin en aquella narraba las discutibles bases sobre las que se construyó la nación, en esta muestra la podredumbre intelectual, ética y social de aquellos dulces años 50 en los que exportaron al mundo el sueño americano.

La hábil disección de “La Causa”, una secta pseudocientífica con muchas similitudes con la Iglesia de la Cienciología, y la capacidad para sintetizar el sentimiento de posguerra en el rostro torcido de  Joaquin Phoenix, nos lleva –no solo a valorar The Master- sino a reafirmar con convencimiento que Paul Thomas Anderson es el mejor director estadounidense de nuestra época.

03

Crítica

Escrito por Gonzalo Ballesteros

El reciente reconocimiento internacional de Nicolas Winding Refn a raíz de Drive, y el nuevo protagonismo de Ryan Gosling, hacia especular que la nueva obra del danés siguiese la senda iniciada por su aventura estaodunidense. Sin embargo, Solo Dios perdona ha aliviado a todos aquellos que temíamos estar ante un “Drive 2”, no por deméritos de la fábula del escorpión, más bien porque su trayectoria venía marcada por unos elementos que en Drive estaban ausentes.

En Solo Dios perdona recupera estos elementos originales de su cine, sobre todo en el plano visual, pero además da un paso más allá desde el punto de vista narrativo, construyendo su película más evocadora y ambiciosa hasta la fecha. Quienes se hayan visto sorprendidos –o superados- por la propuesta y la minusvaloren en comparación con Drive, tienen la oportunidad de visionar la filmografía completa del danés, que se hace indispensable para comprender y apreciar Solo Dios perdona en su magnitud.

02

Crítica

Escrito por Gonzalo Ballesteros

La vida de Adèle es para muchos la película del año y razones hay muchas. Que fuera Palma de Oro en Cannes es un argumento de peso, más si cabe si en su paso por el festival dejó tanto poso y causó tanto revuelo. También es una película polémica, las informaciones acerca de su duro rodaje, las escenas explícitas y el tema tratado han generado un entorno de debates alrededor de la película. Pero más allá de la coyuntura de la obra, La vida de Adèle será recordada por motivos que -afortunadamente- no tienen que ver con el ruido mediático; sino más bien por el sonido del hang.

Como bien apuntó Antonio M. Arenas en la crítica del film, pese a su profundidad y complejidad no tiene la ambición de ser un film reivindicativo, ni crear un gran mapa conceptual. Kechiche se centra en lo singular, en lo concreto, en ese beso, ese abrazo, esa mirada, ese vacío en el estómago… en esa partícula. Y de lo particular alcanza lo universal, el retrato de un amor intenso, desgarrador y doloroso. Un amor que como todos, empieza con una mirada.

01

Crítica

Escrito por Antonio M. Arenas

Si al final de Antes del atardecer (2004) Jesse (Ethan Hawke) sabía perfectamente la decisión que tomaba perdiendo ese avión, nueve años después, tiembla y le cuesta un mundo despedir a su hijo en el aeropuerto para continuar la vida en la que decidió quedarse. El paso del tiempo, implacable en los rostros, en los diálogos y en los silencios de la pareja -ya con dos hijas (pre)sentadas al fondo-, queda atrapado en un largo plano secuencia en coche, cuya discusión supone tan solo el principio de lo que se desencadena antes de la última medianoche de sus vacaciones en Grecia.

La trilogía de Richard Linklater ha crecido en cada uno de nuestros encuentros junto a sus personajes, al tiempo que estos transitan, se reformulan y brotan por distintas etapas de su vida. En su tercera entrega aborda con franqueza los desengaños y resentimientos de toda relación, también de aquello que llamábamos madurez, pero al mismo tiempo es capaz de volver a desplegarse inocente, sutil, tierna y todo lo espléndida que nos gustaría la vida y el amor fueran. Citando a Gonzalo Ballesteros y su enriquecedor análisis a la trilogía: “Es filosofía, dialéctica y cine”. Y cada día hasta los próximos nueve años nos veremos reflejados en ella, una obra inagotable.

[vimeo https://vimeo.com/83458743 w=675]

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